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SCIOLI AL GOBIERNO, CRISTINA AL PODER

Mucha gente teme que este slogan se convierta en realidad. Tal como el de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, se trata de propaganda electoral necesaria para unir a la militancia, pero termina siendo poco eficaz a la hora de retener el verdadero poder peronista: la caja del ejecutivo.
Se dice que la inclusión de Carlos Zannini como vicepresidente anuncia una posterior renuncia de Daniel Scioli para que ese poder vuelva a quedar efectivamente en manos de Cristina. Pero, ¿quién puede imaginar que el ex motonauta, un hombre que soportó estoicamente las furiosas embestidas de los Kirchner en su afán de echarlo de la gobernación de Buenos Aires, se convierta súbitamente en alguien que se somete al deseo del otro, y le deje el sillón presidencial a Zannini? Imposible. ¿O que con la caja en sus manos le pregunte a Cristina qué hacer con el dinero? Ridículo por donde se lo mire.
Por ello, salvo que lo asesinen (o que muera en un “accidente” porque nadie creería en un “suicidio” al estilo Nisman), los que probablemente terminarán renunciando o “transformándose” serán los actuales cortesanos K.
Por lo tanto, creo que debemos dejar de pensar en Cristina para empezar a preocuparnos por si el resultado de las elecciones termina siendo “Scioli al gobierno, Scioli al poder”.
Cristina y Scioli

LA LUCHA DENTRO DEL FRENTE PARA LA VICTORIA
Aunque Scioli tenga la caja no podrá evitar las consecuencias de la pelea entre el nuevo y el viejo poder. Sciolismo versus kirchnerismo. Ya tenemos mucha experiencia histórica del gran daño que estas luchas causan al entramado socio-económico del país. Daño que se agravará aún más en esta ocasión si recordamos que los Kirchner acostumbran a doblar la apuesta cada vez que perciben una derrota o una pérdida de su influencia.
Por otra parte, nuestra preocupación aumenta si pensamos que los problemas que enfrenta la república son gravísimos y que Scioli, a diferencia de Macri, no tiene en su portafolios demasiados éxitos acumulados como ejecutivo.

SCIOLI O MACRI, PARECEN SER LA ALTERNATIVA PRESIDENCIAL
Hoy las encuestas favorecen a uno u otro según quien sea el encuestador. Por lo tanto, debemos ser cautos y analizar el futuro electoral con los hechos consumados que nos dieron las PASO y las elecciones provinciales y municipales realizadas hasta ahora en los distritos más poblados, que son los que junto con la Provincia de Buenos Aires definen los resultados de una elección nacional. Entre los cinco tienen más del 70% del electorado que vota positivamente.
Según los escrutinios finales de Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires, el 45,5% fue para Cambiemos (PRO+UCR+CC), y el 25% para el FPV (el kirchnerismo) Por supuesto, si tomamos en cuenta que la votación nacional se polarizará bastante, a estos porcentajes habría que agregarle parte de los votantes del cordobés De la Sota y parte del socialismo santafesino. Una vez que se realicen las PASO del 9 de agosto, sabremos cómo se podrían distribuir estos electores.

LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Este distrito absorbe el 37% del electorado total y su influencia es determinante. Recién el próximo 9 de agosto sabremos la verdadera tendencia de sus votantes. Ahora bien, si consideramos la última encuesta publicada ayer por el oficialismo a través de Telam, el FPV (con sus dos candidaturas a gobernador) obtendría el 45% de los votos mientras que Vidal (Cambiemos) el 25%.
Proyectando estos porcentajes sobre el total del electorado positivo de las últimas elecciones nacionales (año 2013), el kirchnerismo alcanzaría poco más de 3.900.000 votos mientras que Vidal lograría casi 2.200.000. Si sumamos estas probables cifras a las recientemente obtenidas en los otros cuatro grandes distritos, el FPV lograría 5.500.000 mientras que el PRO más sus aliados obtendrían 5.100.000.
Entonces vemos que de los más de 15.000.000 de electores que tendrían los cinco grandes distritos, Scioli conseguiría el 36,5% y Macri el 33,7%.
Ahora bien, las restantes 19 provincias ¿cuánto aportarían en votos a estos dos candidatos?

LAS OTRAS PROVINCIAS
De las restantes 19 provincias, las de Río Negro, La Pampa, La Rioja, Salta, Corrientes y Tierra del Fuego tuvieron recientes elecciones. Si comparamos sus resultados con lo obtenido en las nacionales del 2013, el FPV perdió cerca del 25% de votos mientras que los partidos políticos que componen la alianza Cambiemos, obtuvieron un aumento del 11%.
Si proyectamos estas cifras sobre la base del 2013, los restantes 19 distritos provinciales aportarían hoy a Scioli 1.900.000 votos, y a Macri 1.700.000.

EL TOTAL EN EL PAÍS
Según las cifras descriptas arriba, la suma en todo el país para la primera vuelta presidencial mostraría que el 36% de los votos positivos sería para Daniel Scioli, y el 30% para Mauricio Macri. El 30% restante se repartiría entre Sergio Massa, Margarita Stolbizer y los candidatos de la izquierda.
Como bien sabemos, para que el FPV pueda evitar el balotaje debería superar en esa primera vuelta el 40% de los votos y obtener, además, una diferencia de más del 10% sobre Cambiemos. Para ello, tendría que alcanzar el 55% de votos en la Provincia de Buenos Aires y esperar, además, que Vidal no logre llegar al 35% en este populoso distrito. Por lo visto hasta ahora, el FPV está muy lejos de conseguirlo.
Por ello, si no hay grandes cambios en la política y la economía durante los próximos tres meses, habrá balotaje entre Scioli y Macri. Y creo que en esta circunstancia, Mauricio Macri sería el elegido para ser el próximo presidente de la Argentina.
Para alegría de algunos y angustia de otros.

Enrico Udenio
14 de julio 2015

¿A QUÉ NÚMEROS SE REFIERE CRISTINA?

¿A QUÉ NÚMEROS SE REFIERE CRISTINA?

A pesar de estar expresamente prohibido por las leyes argentinas, la presidente Cristina Kirchner utilizó su última cadena nacional de radio y TV para realizar un acto proselitista a favor de las candidaturas Scioli-Zanini.
Durante su discurso enfatizó: «Quiero decir que sin los números, hermano, no vamos a ninguna parte, esto no es chamuyo. No se gobierna el país con chamuyo y globitos, sino con números y gestión, y de eso algo podemos decir«.
Esta frase resulta sorprendente ya que es de conocimiento público que desde el año 2006, el gobierno adultera los datos del INDEC (el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos).
Una interpretación psicológica podría delatar que Cristina, en su verborragia, deja al descubierto su inconsciente y nos permite descubrir la ironía que existe detrás de: “de eso algo podemos decir”.

Las justificacioneCristina con el dedos
Por supuesto que tanto ella como sus adherentes más fanáticos intentaron justificar esa constante adulteración. En un principio, el argumento fue “para pagar menos actualización de la deuda a los acreedores atados a las cifras del INDEC”. Después las explicaciones posteriores fueron alimentando todo tipo de delirio, como por ejemplo, que los datos aportados por distintas ONG y universidades, muy diferentes a los oficiales, eran parte de un complot para derrocar al gobierno.
Estas constantes excusas me hicieron pensar que el kirchnerismo consideraba que la veracidad de los datos estadísticos de una nación no tenía mayor incidencia en sus posibilidades de desarrollo socio económico, pues resulta más fácil mentir sobre aquello que se considera un asunto de poca importancia.
A la luz de los dichos de Cristina, parecería erronea esta suposición. Pues al expresar“quiero decir que sin los números, hermano, no vamos a ninguna parte” está demostrando que los responsables del gobierno nacional consideran esencial contar con datos y estadísticas veraces.
¿Entonces? Si sin ellos “no podemos ir a ninguna parte”, ¿por qué mintieron hasta ahora con los números y aún continúan haciéndolo?

La importancia que tiene contar con datos confiables
Para una nación, los números económicos y las estadísticas de todo tipo son imprescindibles para detectar lo que está pasando con su economía, educación, salud, justicia, empleo, pobreza, indigencia, etcétera. No sólo para fortalecer políticas públicas o corregirlas, sino también porque son esenciales para quienes quieren invertir sus ahorros en la bolsa de valores, industrias, cultivos agrícolas, construcción de viviendas, y tantos otros sectores de la estructura productiva.

Tomemos como ejemplo al resto del mundo.
En la mayoría de los países, los datos estadísticos cubren un campo vastísimo del entramado socio económico. Por ejemplo, desde las mediciones semanales sobre la confianza del consumidor hasta las devoluciones de productos industriales por fallas en su fabricación, no queda sector ni rubro sin cubrir.
Todos los días los inversores se fijan en esos números y los mercados responden en función de ello. Tan importante es esto que no hay muchos antecedentes de países que se hayan animado a falsear sus estadísticas. Saben que las consecuencias son nefastas. Argentina es una fiel muestra de ello.
Sin datos veraces la inversión privada desapareció mientras sus habitantes vivimos dentro de un manto de ignorancia y oscuridad.
Grecia también lo hizo. Mintió para poder ingresar al mundo del euro y luego se vio obligado a seguir falseando sus estadísticas hasta que Europa lo supo. Hoy sufre terribles consecuencias y su futuro es muy incierto.
Por ello, las palabras de Cristina Fernández de Kirchner no sólo estarían mostrando un nivel elevado de hipocresía, sino que nos sumergen en una ignorancia preocupante respecto de la exacta magnitud de sus mentiras.
No obstante esto, creo que lo peor de esta situación es que una parte de la población argentina no relaciona nuestros problemas socio económicos con la falsedad de los datos proporcionados por el INDEC. Se trata de una problemática cultural mucho más difícil de corregir que la de los números.

Enrico Udenio
27 de junio 2015

VENDER GATO POR LIEBRE NO ES UN BUEN NEGOCIO

En pocos días más se sabrá cuál es el nivel de aceptación que tendrá el nuevo ofrecimiento de canje de la deuda externa impaga. Se trata de una instancia clave para el país ya que, si no se logra cubrir un mínimo de 70% de aceptación por parte de los “holdouts”, proseguirán en el futuro los embargos a todo bien o inmueble que posea el Estado en el exterior.
La complejidad de este tema me motiva a intentar aclarar algunos mitos y ciertas dudas.

LA DEUDA ILEGÍTIMA

Grupos y partidos de la izquierda argentina insisten en que la deuda debe ser revisada por considerarla ilegítima. En este ítem, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene toda la razón cuando dice que esta posibilidad podría haberse llevado a cabo sólo durante los gobiernos inmediatos a la dictadura militar, pero no ahora. Recordemos que gran parte de esa deuda se inició durante la década del 70 –gobierno peronista y dictadura militar- y ya han pasado casi cuarenta años de aquel entonces. Desde una mirada imparcial, es poco serio e inaceptable que lo que no se hizo entonces se quiera realizar hoy. No existe un derecho internacional que lo ampare y ni siquiera posibilidades técnicas para ejecutar una exhaustiva revisión de esa deuda. Suena más a un discurso político nacionalista, populista y/o anarquista que a una probabilidad ajustada a la ética financiera y a las normas vigentes.  

LA DEUDA EXTERNA COMO EL GRAN CUCO

La deuda externa siempre fue un gran “cuco”, receptor de la mayoría de las acusaciones populares. En realidad, en la Argentina de hoy lo es porque ésta se encuentra en cesación de pagos y, por ello, el país sufre sanciones y constantes embargos en el exterior, lo que imposibilita su buen desarrollo económico. Por el contrario, una deuda equilibrada y en estado normal de pagos y financiamiento ayudaría en mucho al ansiado progreso.

Es importante señalar que, si bien el gobierno de Menem endeudó irresponsablemente al país en su búsqueda de financiamiento para los abultados déficit que caracterizaron a todos los años de su gobierno, las grandes dificultades para captar inversiones que tuvo el país con posterioridad al “default” demostraron que el crecimiento de una nación no pasa esencialmente por carecer de obligaciones monetarias. No nos olvidemos de que desde el 2002 hasta fines del 2009, la Argentina no pagó ni capital ni intereses de la deuda (salvo acotadas  remesas a los organismos de crédito internacional) y, a pesar de ello, no pudo salir de la crisis ni de la emergencia económica.
Por otro lado, la mayoría de los economistas consideran que si tomáramos como “verdad absoluta” la imposibilidad de crecer endeudados, no habría explicación para los crecimientos económicos de las naciones desarrolladas, todas ellas altamente endeudadas.

Vuelvo a mencionar un encuentro que tuve hace muchos años en Tokio, que mencionara en una nota anterior. Era con uno de los directores de mayor edad del poderosísimo Eximbank (el banco de exportaciones e importaciones del gobierno de Japón). Esa noche tuvimos una conversación sobre las implicancias que tenía para una nación la deuda externa. Nunca olvidaré una frase que me dijo este hombre: “Hay dos cosas por las que un gobierno debe preocuparse. La primera, en  invertir en desarrollo los préstamos que recibe. La segunda, en pagar (con los beneficios), sólo los intereses. Si se cumplen estas dos premisas, el capital de la deuda no cuenta porque jamás se devolverá”. 
La Argentina, durante casi toda su historia, se endeudó mayoritariamente para pagar los intereses de las deudas. No es necesario ser un especialista en cálculos financieros para saber que, cuando se toman préstamos para pagar intereses, cualquier deuda crece al igual que una bola de nieve rodando desde una cima.
Por ello, es perfectamente viable que una nación, desarrollada o no, se endeude para impulsar su crecimiento socio económico pues, para satisfacer las continuas y exigentes necesidades de su población no le bastará su capacidad de ahorro privado interno ni le serán suficientes los ingresos provenientes del fisco y la aduana.

 
 
¿FUE BUENO EL CANJE DE LA DEUDA EN EL 2005?

“La venganza es como una piedra que rueda, la cual cuando un hombre la ha forzado a subir por una colina, se volverá contra él con mayor violencia” Jeremy Taylor (1613-1667) Escritor y obispo anglicano

El camino que, una vez electo presidente, eligió Néstor Kirchner para elevar la alicaída autoestima de los habitantes del país, devenida a partir de la gran crisis de los años 2001 y 2002, fue el de un agresivo discurso tanto contra sus antecesores como con respecto al liberalismo económico, en especial el foráneo. Con ello logró movilizar las emociones nacionalistas de la población recibiendo, a cambio, un enorme porcentaje de apoyo hacia su gestión. Las encuestas a principios del 2006, tres años después de haber asumido, mostraron que más del 70% de la población estaba de acuerdo con su gobierno y, en especial, con la pesificación asimétrica y el resultado del canje de la deuda externa. Esto indicaría que gran parte del pueblo quedó capturado por sus necesidades al hacer propio el pensamiento oficial de que no hay obligación de honrar los compromisos contractuales asumidos si las circunstancias o las crisis así lo justifican.

Todo este apoyo también se debió a la influencia de un discurso a través del cual funcionarios, medios de comunicación y distinguidos profesionales se encargaron de transmitir a la población que el canje de la deuda externa fue muy exitoso y que, de allí en más, “el país, sólo puede crecer”.
Sin lugar a dudas, produce una sensación de alivio el hecho de reducir drásticamente una deuda, pero si éste fuera la clave del éxito no habría impedimento para que todo el mundo endeudado le haga “pito catalán” (1) a todos sus acreedores. Si el desarrollo económico pasara por no pagar, ¿quién no quisiera tenerlo asegurado?

Sobre el tema del canje traigo a colación una página escrita en el año 2006 en mi libro “La Hipocresía Argentina”:

“Néstor Kirchner popularizó, también, la fantasía de que no se pagarían los miles de millones de dólares (2) que pertenecen a los que no aceptaron la propuesta argentina, ya que las resoluciones judiciales terminarían siendo favorables al país y, en el caso de que no lo fueran, igualmente los acreedores no podrían hacer efectivo el cobro mientras ellos estuvieran en el gobierno. Esta decisión obliga a que, año tras año, el Congreso argentino prorrogue el estado de «emergencia económica» (3) del país pues, de otra manera, no podría evitar la avalancha de juicios internacionales por causa de esa deuda impaga. (…)  Esto muestra un alto nivel de voluntarismo y pensamiento mágico en un país como la Argentina que posee antecedentes históricos de trasgresión sistemática a las reglas establecidas. Respecto a esto, ya se está comprobando la intervención del gobierno en el organismo estatal de medición (INDEC) para que los índices de inflación muestren porcentajes menores a los reales, lo cual significa una estafa a los propietarios de los bonos.
(…) Después del default se difundió la idea poco probable de que pronto volverían los créditos y las inversiones (4). Seguir obteniendo ayuda de aquellos a los que dañamos quitándoles un dinero que les pertenece sin que medie negociación de partes, dependerá, finalmente, de la magnitud de esa quita y de la forma en la que se la consiga. El caso argentino mostró un recorte descomunal y una manera hostil en la forma de obtenerlo. Haber informado al acreedor que no se le va a pagar entre aplausos y vítores, además de insultarlo reiteradamente calificándolo como idiota útil, explotador, usurero o ladrón, no es el mejor camino a seguir cuando probablemente
en poco tiempo más, se deba recurrir nuevamente a él.
A su vez y según las encuestas realizadas en esos momentos, una gran mayoría de la población argentina apoyó la decisión de «no pagar» incrementando, de esta manera, la sensación del riesgo que significaba invertir en la Argentina. (…) Se reafirmaba así, la reiterada postura de la población y de sus gobernantes a transgredir sistemáticamente las leyes y la Constitución de su país. Con una legión de acreedores damnificados viviendo con un nivel de alto estrés y resentimiento, y con las organizaciones de crédito internacional acusadas sistemáticamente de destruir al país, ¿de dónde y de quiénes la Argentina puede obtener los créditos necesarios para financiar el sostenido desarrollo que el país necesita en el futuro? (…)
En realidad, la posibilidad de que no cobren los acreedores que quedaron afuera del canje de la deuda argentina parece poco realista. La experiencia indica que en los default de otros países, la mayoría de los que aceptaron la propuesta oficial logró finalmente cobrar el capital más los intereses mediante resoluciones judiciales (5). Por otra parte, la cantidad de gente que no aceptó la propuesta argentina corresponde al 50% de todos los tenedores privados de bonos argentinos en el exterior (6) (…) llenos de indignación son demasiados como para pensar en un desarrollo sin contratiempos. Algunos argumentan que si el país no tiene nada embargable fuera de sus fronteras, puede estar tranquilo. ¿Hasta cuándo? Un particular o una empresa puede preparar la quiebra o su propio “default” descapitalizándose artificialmente por largo tiempo pero, para una nación, esto es imposible ya que no puede quebrar judicialmente ni transformarse en otra entidad política.




Contrariando las creencias inducidas por la gran propaganda oficial, el tiempo transcurrido ha demostrado que no fue positivo el canje de la deuda, sino todo lo contrario. Signó por mucho tiempo al país a un ostracismo financiero internacional que inevitablemente perjudicará su desarrollo socio económico. No fue un buen negocio el vender gato por liebre.
Hubiera sido mil veces más productivo, astuto e inteligente, aprovechar el colapso de la economía argentina para renegociar toda la deuda a muy largo plazo (por ejemplo, treinta años con cinco de gracia) sin quita de capital pero sin intereses a pagar. La misma devaluación del dólar hubiera licuado a través de los años buena parte de esa deuda; los acreedores la hubieran aceptado a regañadientes pero sin sentirse agredidos ni violados en sus derechos; y la imagen de un país serio que, en pleno colapso de su economía, honraba sus deudas, le hubiera abierto las posibilidades de aprovechar con sustanciales inversiones la mejora económica que produjo el aumento de los valores internacionales de sus principales productos de exportación. 

LA PIEDRA JUDICIAL

En estos días, en el afán de convencer a los acreedores de las bondades que tiene el nuevo ofrecimiento de canje de la deuda, los funcionarios del Ministerio de Economía de la Nación se enfrentan a fuertes desafíos. Uno de los más difíciles de superar es el “problema judicial”.

Para información de los lectores, hay que decir que la mayoría de los préstamos foráneos que toman las naciones tienen la cláusula de la jurisdicción extranjera para resolver las controversias que pudieran existir en el futuro. Se trata de un requisito indispensable pues, de lo contrario, gran parte de los países se verían muy afectados en sus posibilidades de acceso financiero a los mercados mundiales.
Lamentablemente y según varios dictámenes de nuestra Corte Suprema de Justicia (3), la “emergencia económica argentina” dio y dará para todo. Por lo tanto, no es descabellado predecir inestabilidad y peligrosidad de cobro en el futuro para cualquier acreedor.
A su vez, en un juicio llevado a cabo por un fondo de acreedores del exterior que recurrió a un procedimiento denominado “exequátur”, que permite homologar en el sistema judicial local una sentencia obtenida en el extranjero, el juez Pablo Cayssials, titular desde el año pasado del juzgado de primera instancia Nº 9 del fuero Contencioso Administrativo y amigo de un camarista, Sergio Fernández,  magistrado afín al kirchnerismo y hombre clave tanto dentro de ese fuero como en el Consejo de la Magistratura, rechazó ese pedido de los acreedores aduciendo que con los bonos emitidos por el Estado argentino se “ha desconocido el principio de inmunidad soberana”. Por lo tanto, al no aceptar la renuncia a la inmunidad soberana, anula la clausula que establece las jurisdicciones extranjeras en los empréstitos que toma el Estado argentino. La realidad es que hoy, comprar bonos del Estado argentino, es un acto de gran riesgo que sólo se puede justificar con las expectativas por obtener grandes ganancias especulativas. 

LOS KIRCHNER NO SON LOS ÚNICOS CULPABLES DE LA DECADENCIA

“En la Argentina hay un escenario poco predecible. La impresión que hay en el mundo es que no es un país muy responsable. Es increíble que con su estatura y su historia mienta en sus estadísticas.”  Peter Hakim (1942-) Experto en política internacional y presidente del Inter American Dialogue.

Probablemente, la Argentina de los próximos años no tendrán a los Kirchner en la cúspide del poder, pero eso no determinará que el país inicie automáticamente un proceso de recuperación económica e inserción internacional si gran parte de la población y sus dirigentes no resuelven antes su distorsionada visión de los acontecimientos mundiales, de los mercados, y sobre lo que significa la inviolabilidad de la propiedad.  
Salvo que se tenga relación y amistad con el gobernante de turno para que les asegure fuertes protecciones y/o mercados cautivos, la Argentina es una nación cuyas reglas de juegos institucionales y comerciales son constantemente vulneradas, lo que hacen imprevisibles a las inversiones.

Para asegurar estabilidad a las inversiones nacionales y foráneas, los tres poderes del Estado deben manejarse de manera coherente; pero todo será estéril si, al mismo tiempo, la población no se esfuerza para aceptar adecuadamente los límites y las frustraciones que le impone la realidad. Es que para evitarlas, el pueblo le pide al “político-papá” metas imposibles de cumplir, y éste, argentino al fin, promete al “ciudadano-hijo” darle lo que desea, porque sabe, que de lo contrario no lo votará o, peor aún, lo promete en un acto de voluntarismo porque cree que puede reemplazar la carencia de inversiones con asistencialismos sociales.

Desde esta posición, la Argentina de este último medio siglo intenta inventar un sistema económico propio que resulta ser una extraña mezcla de un “capitalismo- individualista sin capital ni inversiones” y un “comunismo- corporativista con algunas libertades individuales”. Este frustrado intento de fusión nos pobló de incoherencias alimentadas por esta población que desde “el corazón” adhiere al estilo de vida de la mayoría de los países desarrollados capitalistas mientras que desde su discurso, se contradice. Si no se modifica, esta incoherencia nos augura como nación, aunque los Kirchner desaparezcan del poder político, una existencia conflictiva y un desarrollo de espaldas a su gran potencial de recursos económicos y humanos. 
Enrico Udenio
12 de abril de 2010

(1): “Pito Catalán” se trata de una expresión popular en Argentina que refiere a la predisposición de una persona de no pagar una deuda. Hace referencia al mito de tacañería que ostentan los españoles de origen catalán.
(2): Fuente: Evaluación determinada por un informe del Banco Central de la República Argentina, 03- 2005.
(3): Se trata del concepto de un estado de necesidad a través del cual se gobierna por encima de las leyes y la Constitución que las rige. Fue utilizado con frecuencia durante las últimas décadas tanto por dictaduras militares como por gobiernos elegidos democráticamente. En octubre de 2004, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en votación dividida, convalidó ese concepto con un histórico fallo a favor de la pesificación asimétrica realizada en enero de 2002. El argumento base que utilizaron los juristas en su aprobación fue que si bien las medidas del gobierno afectaron el derecho de propiedad amparado por la Constitución Nacional, deben ser respaldadas judicialmente pues fueron adoptadas para paliar una profunda crisis política, económica y social. Poco tiempo después, varios jueces de distintos fueros rechazaron la decisión de la Corte Suprema con el principal argumento de que: “Las emergencias, las crisis, las necesidades del Estado, son el presupuesto implícito de las garantías constitucionales. Sostener que éstas se desdibujan cuando se configuran las emergencias no es sólo un contrasentido, sino que es también desconocer que en un Estado de Derecho no existe la posibilidad de que las respuestas a los problemas puedan ser halladas fuera de la Constitución”. 
(4):
Fuente: Discurso del entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, donde presentó los resultados del Canje de la Deuda ante la Asamblea Legislativa de la Nación, Mayo, 2005.
(5): Fuentes: Informes del FMI, años 1998, 1999, 2002 y 2003.
(6): Fuente: Informe Ministerio de Economía de la Nación, Abril 2005.

LA VERBORRAGIA DE CRISTINA

“El mundo está más gobernado por la apariencia que por la realidad, así que es totalmente tan necesario parecer saber algo como lo es saberlo.” Daniel Webster (17821852) Político estadounidense, constituyente y federal.

Desde el año 2003 que los Kirchner han dejado bien en claro que el cuestionamiento y la crítica atentaba contra su proyecto de consolidación del poder. Este habrá sido un argumento basal a la hora de decidir comunicarse con la sociedad únicamente a través de discursos proselitistas ejecutados, en su mayoría, desde el atril o el escenario de un acto político. Las conferencias de prensa, instrumento indispensable en una democracia republicana, quedaron fuera de sus planes.
Cuando un gobernante comunica desde un atril, o en la inauguración de una obra pública, no hay posibilidades de cuestionar o preguntar sobre sus dichos y conceptos, por lo que suele aprovechar la brecha para comunicar insensateces. Por ejemplo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en su intento de desvalorizar la convocatoria al periodismo como instrumento necesario de comunicación, llegó a decir “No me imagino a San Martín haciendo una conferencia de prensa para anunciar el cruce de los Andes». Realmente se hacen muy difíciles de entender los vericuetos mentales de Cristina cuando asocia (o confunde) una secreta invasión militar de principios del siglo XIX a través de la Cordillera de Los Andes (1), con la obligada explicación de su política administrativa que todo gobierno en el siglo XXI debería cumplimentar.
Por lo tanto, sin los límites que impone la presencia de periodistas críticos, la presidenta en su verborragia agravia a quienes que no están de acuerdo con sus ideas y/o con su forma de gobernar. Si bien usualmente utiliza argumentos incorrectos y realiza asociaciones inexactas con las que manipula el sentimiento ajeno, parecería que esas incongruencias no tienen demasiada importancia para ella. Es que el “modelo Kirchner” ha demostrado que es mucho más relevante lo que se dice, y cómo se lo dice, que la veracidad de las palabras o el accionar posterior de sus actores. Fue un acierto el que tuvo el Director de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Texas, Nicolás Shumway, cuando en su libro La invención de la Argentina” afirmó: “La cultura política argentina tiene una extraña fe en las palabras; cree que ellas resuelven los problemas”.No es el primer gobernante argentino que lo hace ni será el último, ya que, para muchos, se trata del camino más apropiado para convencer a la población de las bondades de un Gobierno. Manipulación social sería la palabra adecuada para esta acción, aunque, no nos olvidemos que, en una democracia, ésta sólo puede tener éxito si cuenta con la complicidad de una población que no puede ni desea interiorizarse de algunos pormenores básicos de la política y la economía, pero que es capaz de seguir y conocer hasta el más mínimo detalle los vericuetos de la vida privada de los integrantes del mundo del deporte y el espectáculo.

Cada país del mundo tiene el destino que determina su población. Si un pueblo presta atención sólo a lo que quiere o le agrada escuchar o leer, no podrá enfrentar adecuadamente sus problemas.

EL IMPUESTO AL CHEQUE

“Es peligroso dejar que el público entre a los bastidores. Fácilmente se desilusionan y luego se enojan contigo, que eras la ilusión que amaron.” William Somerset Maugham (1874-1965) Escritor inglés, nacido en Francia.

Desde ya que es imposible analizar en la estrechez física de esta nota todos los erróneos conceptos que la presidenta Cristina expone habitualmente en su desborde de conceptos por lo que me limitaré a pocos aunque significativos y actuales ejemplos. Uno de ellos es la discusión por la coparticipación del impuesto nacional sobre los débitos y créditos bancarios, conocido popularmente como el impuesto al cheque. 

La presidenta de la nación, en su época de congresista, fue una de las más fuertes defensoras de la coparticipación automática de los impuestos para las provincias. Por supuesto, ella era entonces opositora. Hoy, por el contrario, explicita que si se aprueba la coparticipación automática del impuesto al cheque, el Estado nacional podría dejar de girar dinero a todas las universidades públicas del país; o habría que achicar en un 15 por ciento los fondos de la ANSeS que se usan para «pagar a los jubilados y la asignación universal por hijo; o dejar de enviar los más de 2 mil mi­llo­nes de pe­sos a las pro­vin­cias pa­ra el in­cen­ti­vo do­cen­te.
Como vemos, no habla de reducir los cuantiosos subsidios empresariales o de las prerrogativas económicas dadas a algunos sindicatos. Ni tampoco hace referencia a las contribuciones monetarias a los transportes, la televisación del fútbol o al descomunal gasto de la propaganda oficial, que de tan exorbitante que es, se niega a informar sus montos aunque por ley esté obligado a hacerlo.
En cambio, la presidenta nos comunica que si se aprobara la modificación al impuesto al cheque, sería la educación, la salud y los niños los que van a sufrir. La psicología suele calificar este tipo de manejo como psicopático, una forma de manipulación que se aprovecha de la debilidad del otro para lograr el objetivo.
«Cuando escucho sobre proyectos para reformar la ley del cheque para supuestamente favorecer a las provincias, creo que no saben que esto significa sacarle al presupuesto nacional 10.000 millones de pesos que irían a las provincias» (¿?) «Todos los recursos del presupuesto están destinados absolutamente a la provincias» (,,,) “Nunca antes se dio tanto a las provincias” (…) “No se puede imaginar un país estable con provincias fiscalmente ordenadas, pero un gobierno federal desfinanciado”, son sólo algunas de las frases más polémicas que se le escucharon decir en estos días sobre el tema del impuesto al cheque, impuesto que, por otra parte recordemos, era “sólo transitorio” y que fue implementado por Domingo Cavallo en el 2001 y extendido varias veces por los Kirchner.
A su vez, las estadísticas desmienten muchas de las afirmaciones comparativas de la presidenta. Por ejemplo, en 1998 las provincias recibieron el 37,9 % de la transferencia por coparticipación y otros regímenes especiales sobre la recaudación nacional neta de seguridad social (2), mientras que en el 2008, 29,7 %. Es decir, diez años antes, las provincias recibían porcentualmente más transferencias que en la actualidad.

SUMA CERO

“Sucede lo mismo con los libros que con los hombres: un número muy pequeño juega una gran parte, el resto se encuentra perdido en la multitud.”  Francois Marie Arouet («Voltaire») (1694-1778) Escrito y filósofo francés. Uno de los máximos precursores de la Ilustración Francesa.

En una primera instancia, la coparticipación  de los impuestos se asemeja a un juego de suma cero porque la sociedad no saldría beneficiada desde el punto de vista monetario ya que lo que gana uno (la provincia), lo pierde el otro (la nación). La diferencia, entonces,  estaría dada en el poder político que otorga la discrecionalidad de la distribución de los ingresos en manos del Gobierno Nacional en detrimento de las provincias. Por ello, ampliar y automatizar la participación de los inacabables y marañosos ingresos tributarios nacionales (4), aparentaría ser, en realidad, un buen inicio para ejecutar la siempre cacareada pero inexistente nación federal.

Para que se tenga en cuenta la magnitud económica de lo que se está discutiendo con relación al impuesto al cheque (3), hay que saber que el Gobierno nacional perdería nada menos que el 0,8% del PBI, porcentaje que ganarían las provincias y la ANSES (0,6% y 02% del PBI respectivamente). En términos monetarios, por ejemplo, podríamos observar que, sobre la base de una recaudación de este impuesto estimada de $25.000 millones, habría un incremento de casi $9.000 millones en los ingresos provinciales, de los cuales, por ejemplo, la Provincia de Buenos Aires percibiría cerca de $1.900 millones, o sea, que con esta suma podría cubrir nada menos que el 45% de su actual déficit provincial. Esto torna más inexplicable aún el rechazo del gobernador Daniel Scioli al aumento de la coparticipación de este impuesto. Tampoco se comprende las declaraciones del Gobernador de Tucumán, José Alperovich cuando, hace pocas horas, manifestó: “A Tucumán no le conviene (…), ya que perderíamos $ 500 millones en obras públicas. No es que la presidenta va a decir: te doy La ley de Cheque y, aparte, te doy un dinero extra. Es una cosa o la otra.” Más allá de que en su declaración Alperovich deja en descubierto el comportamiento extorsivo del Gobierno Nacional, desde lo monetario sus palabras son inexactas, ya que con la coparticipación la Provincia de Tucumán recibiría nada menos que $ 402 millones.  

EL “UNITARISMO” ARGENTINO

“No puedes mantener a un hombre abajo sin quedarte abajo con él.”  Booker Taliaferro Washington (1858-1915) Educador y líder de la comunidad negra estadounidense. Liberado de la esclavitud en su infancia, obtuvo en 1896 el honoris causa en Master Arts de la Universidad de Harvard.

Reiterando lo expresado en el ítem anterior, con una cuenta de suma cero, la diferencia es política, no social ni económica. Cristina miente –por ignorancia o a sabiendas- cuando relata todos los beneficios sociales que se perderían si se aprueba una mayor coparticipación del tributo. Estos beneficios salen justamente de los fondos que el Gobierno Nacional se resiste a coparticipar.

¿En una nación federal, qué derecho se arroga el Gobierno Nacional al financiar, por ejemplo, al grupo jujeño de Milagros Sala, cuyo accionar social se realiza en Jujuy, con fondos que, en realidad, debería manejar el gobierno provincial de Jujuy que es quien tiene la responsabilidad de la asistencia social en su propio territorio? 
La respuesta la conocen todos, tanto los opositores como los mismos oficialistas, aunque éstos últimos no lo expliciten: se trata de debilitar el poder político de las provincias. El “modelo Kirchner” evidencia ser un “modelo” de sometimiento provincial que hiere profundamente la ética y el concepto federal que emana de la Constitución. Recordemos que los actuales programas de asistencia financiera están sujetos a la aprobación por parte del Gobierno nacional y, muchas veces, a retrasos en los pagos. La decisión de los Kirchner, positiva o negativa, sobre esta asistencia, me transporta a la imagen del emperador romano en el Coliseo cuando apuntaba el pulgar de su mano derecha hacia arriba o hacia abajo, según fuera su criterio personal en ese momento, decidiendo sobre la vida de otras personas.

La Nación acapara los impuestos de mayor recaudación (4) y compra voluntades provinciales en perjuicio de las mismas provincias. Desde una fachada nacional, controla la economía de  todo el país. Juan Bautista Alberdi hacía referencia a esto con mucha ironía cuando en 1862 decía “(…) (siempre) dueña del poder, Buenos Aires no quiso federalizarse ni desprenderse de su capital (ciudad), ni tampoco se avino a permitir que los negocios nacionales fueran manejados desde otro sitio (…)”.

Esto sucedía en 1862. Y sigue sucediendo en el año 2010… 

Enrico Udenio,  23 de marzo 2010

. 1) En enero de 1817, en solo 34 días, superando alturas de más de 5.000 metros y soportando en la noche temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, un enorme ejército al mando del General argentino José de San Martín cruzó la Cordillera de los Andes con la intención de vencer a las fuerzas españolas. El plan estratégico de San Martín es considerado una genialidad para su época: impulsó la creencia de que iba a cruzar la cordillera en dirección a Perú, y lo modificó para liberar previamente a Chile. Además, logró dividir la defensa de las fuerzas españolas amagando traspasar la Cordillera de los Andes por muchos más pasos de lo que en definitiva utilizó obligando, de esta manera, a que los españoles tuvieran que cubrir con sus fuerzas la salida de todos esos lugares a la vez.

.2) Fuente: abeceb sobre datos de MECON (Ministerio de Economía y Finanzas de la Nación)

.3) En términos monetarios puros, con la propuesta de coparticipar el 100% del impuesto y sin modificar la detracción del 15% para la seguridad social (que ya no tiene basamento ético ni jurídico desde la desaparición de las AFJP), el 15% del impuesto que reciben actualmente las provincias se convertiría en un 50%. De no proponerse cambios adicionales en cuanto a la distribución secundaria, dicha suma se repartiría entre las provincias de acuerdo con los coeficientes delineados por la Ley de Coparticipación.

.4) Los impuestos nacionales son: 1. Impuesto a las ganancias de personas físicas; 2. Impuesto a las ganancias de sociedades; 3. Impuesto a la renta mínima presunta; 4. Impuesto originado en la prohibición de ajustes de Estados Contables por efecto de inflación; 5. Impuesto por ajustes en precios de transferencias; 6. Derechos de exportación; 7. Retenciones por exportaciones agrícolas; 8. Derechos de importación; 9. Tasas de aduana; 10. IVA importación; 11. Tasa de estadística; 12. Impuesto al monotributo; 13. Retenciones sobre salarios para ANSES: 14. Retenciones sobre salarios para PAMI; 15. Expropiación cuota ahorro jubilatorio ex.-AFJP; 16. Contribuciones patronales para ANSES; 17. Contribuciones patronales para PAMI; 18. Contribuciones para asignaciones familiares; 19. Cargo por previsión de despidos laborales simples; 20. Cargo por previsión de doble indemnización; 21. Cargo por previsión riesgo de accidentes de trabajo; 22. Aportes para Fondos de desempleo gremial; 23. Impuesto sobre fletes internacionales; 24. Impuesto a la transferencia de inmuebles; 25. Impuesto sobre débitos y créditos bancarios (impuesto al cheque); 26. IVA sobre servicios al 27 %; 27. IVA sobre compras al 21 %; 28. IVA sobre compras al 10,5 %; 29. Impuesto sobre gas y combustibles líquidos; 30. Tasa de kerosene, gas-oil y diesel-oil; 31. Impuestos internos; 32. Impuesto adicional de emergencia cigarrillos; 33. Impuesto a compra-venta de acciones; 34. Impuesto adquisición de automóviles nuevos; 35. Impuesto a premios de juegos de azar; 36. Impuesto del CONFER, radio y televisión; 37. Impuesto ITC transferencia combustibles; 38. Impuesto a los bienes personales; 39. Cargo por sobre-consumo de gas y electricidad; 40. Impuesto sobre peajes de autopistas; 41. Impuesto sobre rentas financieras (proyectado); 42. Impuesto a la riqueza. Se aplica a los autos de más de $70.000 (11% sobre el monto total).; 43. Impuesto para la Agencia de Emergencia Vial. Se creó a principios de 2008, ante la gran cantidad de accidentes en las rutas, y se financia con un 1% adicional al Impuesto Automotor; 44. Impuestos Internos especiales del 26% y aumento del IVA del 10,5 al 21% gravando los productos electrónicos.

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LA INFLACIÓN COMO MÉTODO DE AJUSTE

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En el campo de la economía, un ajuste es un conjunto de medidas que adopyta un gobierno para equilibrar el presupuesto. Se torna indispensable recurrir a él cuando los excesos de los gastos públicos y privados generan un déficit que se prolonga en el tiempo y ya no se puede sostener. 
El ajuste puede ser estructural, cuando acciona a través de reformas tributarias y arancelarias, y/o presupuestario, cuando se ocupa de reducir drásticamente los gastos.
Las medidas más habituales que se aplican en general son: restringir la base monetaria, aumentar las tasas de los intereses, congelar o bajar salarios, reducir subsidios, administrar el gasto de manera más eficiente, y promocionar las inversiones nacionales y extranjeras.

Los problemas que genera este tipo de ajuste son de índole social y se presentan durante la primera etapa del mismo debido a un aumento del desempleo y a una reducción de la capacidad de consumo de la población, con la consiguiente baja de las ventas en general. Por ende, sus medidas son muy impopulares.
Sus principales ventajas son la rapidez de recuperación de la economía, el sinceramiento del mercado y el seguro aumento de las inversiones.

Fuera del ajuste en sus formas habituales, se da en la práctica que una alta inflación genera de hecho otro tipo de ajuste. En éste, se intenta equilibrar la economía a través de la inflación y la devaluación de la moneda.

Su metodología consiste en aumentar el gasto público e incentivar el consumo mediante tasas de interés bajas, sostenidas con una lenta devaluación de la moneda y una constante emisión monetaria. Como la recuperación de los salarios e ingresos personales es sustancialmente más lenta que la escalada inflacionaria que producen estas medidas económicas, el ajuste se ejecuta automáticamente.
Sus problemas más graves son: el peligro de caer en desbordes inflacionarios, la fuga de capitales, la ausencia de inversiones, y la enorme dificultad que tiene -por ser un proceso muy lento- en recuperar y mantener el equilibrio de la economía.

Su gran ventaja es que su ejecución enfrenta una menor resistencia social. Todas las experiencias de nuestro pasado nos indican que la pérdida del salario real, por efecto de la inflación y la devaluación, es la que mejor absorbe el pueblo argentino. Cualquier otro intento de disminuir sus ingresos significó y significará grandes conflictos sociales. Por ello, este tipo de ajuste en el que se asegura la lenta licuación del ahorro y del trabajo del pueblo, resulta el método preferido por los gobernantes argentinos a la hora de verse obligados a equilibrar el presupuesto fiscal, porque permite disimular un poco los efectos adversos del ajuste en una primera etapa, aunque vaya mostrando sus nefastas consecuencias en el mediano plazo. 

LAS VENTAJAS DE LA INFLACIÓNEn un principio, la inflación produce beneficios y éstos minimizan sus consecuencias negativas. Estos beneficios lo reciben una buena parte de los empresarios, la cúpula del sindicalismo y el mismo Gobierno.

El empresariado, porque disfruta de una demanda artificial ya que, con devaluación, inflación y créditos a tasas bajas subsidiadas por el Estado, el consumidor medio y alto se lanza a comprar bienes para aprovechar el deterioro real de la cuota a través del tiempo de financiación. Hay que comprar hoy porque mañana será más caro.

La cúpula del sindicalismo porque las discusiones salariales pasan a ser esenciales dada la pérdida del poder adquisitivo de sus afiliados. Por ende, la dirigencia sindical acrecienta su importancia, y su influencia en el poder, gracias a las constantes negociaciones con el gobernante de turno. Por el contrario, con una inflación anual pequeña, la relevancia de las negociaciones salarias es notablemente menor y disminuye, de esa manera, la influencia de la dirigencia sindical sobre sus afiliados.

Finalmente, el Gobierno obtiene ventajas por varias razones:
1) Porque con la inflación aumenta su control sobre los sindicatos, los servicios públicos y los empresarios, ya que concentra en sus manos la posibilidad de que unos u otros obtengan mayores o menores ingresos. Cuando más alta sea la inflación, más elevada será la influencia del Estado para compensar las consecuencias negativas de la misma.
2) Porque como los salarios y gastos siempre van bastante por detrás del aumento de precios, en la práctica, inflación y devaluación equivalen a un ajuste. Como dije más arriba, este tipo de ajuste ofrece menor resistencia social, aunque sus daños sean más profundos y permanentes que el otro.
3) Porque el conocido impuesto inflacionario (1) le reporta automáticamente mayores ingresos.

 

LA EMISIÓN MONETARIA PARA SOLVENTAR EL GASTO PÚBLICO

En los últimos días se tomó conocimiento de que mientras espera la decisión del Congreso sobre la creación del Fondo del Bicentenario, el Gobierno emitiría el dinero que necesita para financiar el aumento del gasto público. Lo haría a través del Banco Central y serían unos $ 25.000 millones de pesos (equivalentes a 6.500 millones de dólares), los que serían volcados al mercado mediante financiamiento de obras, consumo y gastos sociales.

Esta emisión se sustentaría técnicamente sobre la base de que se trata de utilidades del BCRA. Para conocimiento de los lectores, estos beneficios del BCRA son, básicamente, ganancias contables del balance anual, que corresponden a la suba en pesos tanto sea de las monedas extranjeras como de los bonos públicos que el banco tiene en su cartera. Estas subas se generan por efecto de la devaluación, la inflación y la fluctuación de los valores en el mercado bursátil y cambiario.

En los hechos prácticos, el Gobierno negocia cada año el giro de las utilidades con el directorio del BCRA, y usualmente acuerda pases de fondos sensiblemente menores al superávit contable, porque se trata de utilidades sólo «teóricas» y no reales, ya que se convertirán en efectivas recién el día en que el banco venda los bonos o los dólares. Mientras esto no suceda, son sólo utilidades “potenciales o posibles” ya que estos beneficios contables no se pueden asegurar fehacientemente debido a las constantes fluctuaciones de los valores de bonos y monedas en los mercados bursátiles y cambiarios.

Pero ahora, el Gobierno ha insinuado que requerirá todo el saldo del superávit contable y la nueva presidenta del BCRA, Marcó del Pont, una firme aliada a los Kirchner, ya adelantó que no tendría problemas en emitir esa impresionante masa de dinero y cederla al Tesoro Nacional. Aclaremos que deberá emitirla porque, como es una ganancia solo contable, no existen esos billetes en la realidad.

Esto hace suponer que pronto se incrementará la circulación monetaria en 25 mil millones de pesos.
A su vez, si a esta impresionante cifra se le llegara a agregar la del Fondo del Bicentenario (los 6.500 millones de dólares todavía detenidos por la Justicia y el Congreso), alcanzaría los 50 mil millones de pesos.

Para brindar una idea de lo que significa la magnitud de este monto, basta recordar que la actual masa monetaria del país asciende a unos 115 mil millones de pesos. Por lo tanto, se estarían enviando al mercado una cantidad de billetes argentinos equivalentes a casi la mitad de la base actual, lo que constituye una verdadera locura.

Como este gran aumento de la circulación se realizaría sin tener una conexión con la economía real (los superávit fiscal y comercial derivados de una mayor producción de bienes), será imposible evitar un incremento de la ya alta inflación que padece el país (hoy ya estamos entre las cuatro naciones del mundo con mayor índice inflacionario).

El oficialismo sostiene esta actitud con un concepto que trae recuerdos ingratos a los argentinos: la inflación puede ser también motor del crecimiento. Durante décadas nuestro país adhirió a esta idea del ajuste constante y, a pesar de que en lugar de crecimiento sufrimos cincuenta años de decadencia, todavía hay políticos y economistas que insisten con aplicarla interpretando de manera muy particular las reglas de la economía.

Los Kirchner forman parte de esta tendencia y accionan como si la fenomenal expansión monetaria que proponen no tuviera nada que ver con la inflación. Pero para muchos analistas, el matrimonio presidencial genera de manera premeditada esta inflación para lograr el indispensable ajuste que necesita la economía del país. Para defender esta acción sin nombrar la palabra ajuste (económica y políticamente mal vista), argumentan que necesitan de esta expansión para fomentar las inversiones porque ahora no hay suficiente oferta para responder a la creciente demanda.

Ahora bien, esta idea -evidentemente original- hace agua por varios lados.
Por ejemplo, si el problema es que, según lo declarado por el Gobierno, no hay suficiente oferta, da por verdad que hoy las industrias están produciendo al máximo posible de sus capacidades. Pero, si esto fuera así, ¿por qué éstas no están invirtiendo en bienes de capital o de trabajo para aumentar su producción? Ningún empresario es esquivo en invertir para incrementar sus beneficios. En cambio, sucede todo lo contrario. En lugar de incrementarse las inversiones, lo que aumenta es la fuga de capitales. En enero se fueron del país mil millones de dólares netos y por las cifras que se conocen en este mes de febrero (2), la salida de capitales sobrepasaría los 1.200 millones de dólares. Desde enero del 2007, la salida neta de dinero ya superó los 47 mil millones de dólares.

Es evidente que los productores, en lugar de invertir en la Argentina, lo hacen fuera de ella, y los profesionales y ahorristas resguardan sus dineros en dólares o euros en sus casas o en el exterior.

Lo que sucede es que los resultados de una economía están mucho más allá de la voluntad de los políticos. Hay deberes económicos que un Gobierno debe cumplir sí o sí, caso contrario los empresarios, profesionales, especuladores y ahorristas en general, defenderán siempre su bolsillo poniéndolo fuera del alcance del Gobierno. Tendrán la misma motivación que tuvieron los Kirchner cuando en su momento enviaron al exterior el dinero de las regalías petroleras de la Provincia de Santa Cruz: cuidarlo. 

LOS PELIGROS DE LA INFLACIÓN ACTUALSin posibilidades económicas y políticas para aumentar los impuestos (en 2009, el Gobierno nacional y las provincias recaudaron en total el 44,6% del PBI, el porcentaje más alto en la historia argentina), el gran aumento del gasto público argentino (desde que asumió Néstor Kirchner en el 2003 hasta hoy, se cuadriplicó en dólares) genera un alto déficit fiscal que el Gobierno debe cubrir con endeudamiento o con emisión monetaria, porque tampoco le alcanzan los excepcionales fondos que recaudará gracias a la gran cosecha del “yuyito” de la soja.
En los dos años anteriores, fracasado el intento de aumentar las retenciones a las exportaciones agropecuarias, el matrimonio Kirchner se apropió de todo el dinero ahorrado por los jubilados en las AFJP y, desde ya, de todas las cajas públicas del país, como la Anses, el Banco Nación, el Pami, y una parte del Banco Central, además de recurrir al blanqueo de capitales más amplio realizado en la historia moderna mundial. Todas estas medidas disimularon el fuerte déficit fiscal de los últimos tres años, pero ya no resultan suficientes para afrontar el incremento de los gastos de este año y del próximo. Para cubrir todas sus necesidades, el Gobierno necesita hacerse del manejo del Banco Central para, de esta manera, poder emitir moneda y cooptar parte de sus reservas.

Como no se vislumbra que el Gobierno argentino vaya a tomar a la brevedad medidas fiscales restrictivas, muy probablemente el país enfrentará los peligros de una escalada inflacionaria, ya que no se podrán sostener el exceso de emisión de dinero y los altos niveles del gasto público sin una contrapartida de aumento de las inversiones y/o un ingreso de fondos desde el exterior, ambos vedados por el default y la adulteración de los índices del INDEC.
Muchos adherentes a los Kirchner minimizan la expansión monetaria argentina comparándola con la descomunal emisión de moneda que ha hecho los Estados Unidos desde la aparición de la crisis financiera internacional.

Se trata de una errónea comparación, ya que se olvidan o ignoran deliberadamente el hecho de que la Argentina no es Estados Unidos. Lógico o ilógico, racional o irracional, lo cierto es que la mayoría de las naciones compran y mantienen en sus reservas bonos de la Reserva Federal norteamericana. No hay ninguna que tenga en sus reservas bonos argentinos. La gran mayoría de los economistas confían en Estados Unidos. En cambio, en todo el mundo, incluido un gran porcentaje de los propios argentinos, se desconfía de la política económica de los Kirchner, por lo que nuestro país no puede darse el lujo de emitir moneda o deuda de la misma manera que lo hace la gran nación del norte. 

LAS LOCURAS ECONÓMICAS DE LA ARGENTINA

Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.” Albert Einstein (1879-1955). Científico considerado como el más importante del siglo XX.

Recordemos que nuestro gran gasto público de estos últimos años se originó principalmente con el objeto de evitar el sinceramiento de la economía, manipulada artificialmente desde el colapso financiero y la pesificación asimétrica del 2002. Pero ya han pasado más de siete años y no se pueden seguir evitando las consecuencias internas del aumento internacional de los precios de los commodities argentinos, y del subsidio para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios. Esto, sumado a los constantes reclamos por aumentos salariales, generarán inevitablemente presiones inflacionarias, las que tarde o temprano, deberán ser trasladadas a los consumidores.

Si bien me preocupan las consecuencias sociales y económicas que deberemos enfrentar por causa de la inflación, debo confesar que más me preocupa pensar en el tiempo que deberá pasar para licuar el daño producido y en cuál será el nuevo invento económico con el que el gobernante de turno intentará solucionar esta compleja situación.

Enrico Udenio
25 de febrero de 2010 

(1) Equivale a una transferencia desde los poseedores de dinero al gobierno. La tasa de impuesto es la tasa de inflación. Se produce por el efecto que genera la mayor emisión de moneda sin que tenga una contrapartida de un equivalente aumento en los bienes. Esto reduce el valor de todo el resto de moneda circulante y el gobierno se queda con la diferencia.
(2): La compra de dólares realizada por el Banco Central de la República Argentina continúa en baja lo que es un claro indicador que se estuvo acelerando la caída de capitales privados durante Febrero. El BCRA compró aproximadamente USD 30 millones por semana y como el superávit comercial del Banco es actualmente USD 300 millones por semana, debería haber comprado esa misma cantidad para sostener el tipo de cambio. Por lo tanto, cada semana se está fugando del país la diferencia existente. Esto está implicando que la salida de capitales se incrementó sensiblemente a un ritmo que supera los USD 1.200 millones mensuales

EL AFFAIRE DEL BANCO CENTRAL

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Affaire (voz francesa): Negocio, asunto o caso ilícito o escandaloso.” Diccionario de la Real Academia Española

El intento de los Kirchner de utilizar las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha reincorporado en la sociedad el tema acerca del grado de independencia o dependencia funcional que debe tener el banco central de una nación respecto del Poder Ejecutivo, un debate que se prolonga desde hace varias décadas. necesitadas de fondos para cubrir las exigencias sociales de la población.El tercer punto afirma que las actuales restricciones que tiene la Carta Orgánica del BCRA fueron producto de las “políticas neoliberales” de los 90, lo cual es francamente ridículo, por no decir tendenciosamente ideológico. Cualquier persona que haya pasado los cincuenta años de edad, y que no sea fanáticamente antiliberal, sabe que esas restricciones implementadas en 1992 fueron una total consecuencia de la necesidad y no tuvieron nada que ver con una convicción ideológica, cualquiera que hubiera sido ésta. 

Los que defienden su independencia y autarquía (1), insisten sobre el peligro inflacionario que significaría poner esos fondos en manos de un gobierno necesitado de ellos para cubrir su déficit fiscal.

Los que abogan por poner al BCRA en manos del Ejecutivo son, en general, pro estatistas y promotores del gasto público. Afirman que su autarquía resulta excesiva y que la función principal del banco no debería limitarse a preservar el valor de la moneda sino que, además, debería contribuir a pagar deudas del tesoro nacional, a generar crédito, empleo, obras públicas y varias cosas más. Para justificar esta posición esgrimen tres principales argumentos:

A) Que la mayoría de los bancos centrales de los países desarrollados no tienen el nivel de independencia que ostenta el Banco Central de la República Argentina.

B) Que el uso de las reservas del país debe estar en concordancia con la política económica implementada por el Poder Ejecutivo.

C) Que esta autarquía del BCRA fue un producto neoliberal por el simple hecho de que se instauró en la década del 90, infiriendo de ello que se trataría de un producto generado por el mismísimo demonio.

Analizando estos argumentos, observamos que el primer punto no es adecuado por dos razones: por un lado, los bancos centrales de los países más desarrollados del mundo no se encuentran subordinados al Poder Ejecutivo (2); y por el otro lado, no podemos comparar nuestra cultura económica con las que tienen las naciones desarrolladas. No nos olvidemos que en el último medio siglo y con el BCRA dependiendo del gobierno central hemos aniquilado cuatro signos monetarios (3) por causa de la alta inflación, la hiperinflación, y las mega devaluaciones.

Con respecto al segundo argumento podemos afirmar que se trata de un vacuo discurso político, porque todos los bancos centrales (incluso aquellos que son autárquicos) trabajan en conjunción con las economías de sus países. Ahora bien, si el uso de ese argumento apunta a inferir que el Poder Ejecutivo pueda decidir a su antojo sobre qué hacer con las reservas del país, se trataría entonces de una conclusión falaz, ya que en ninguna nación desarrollada el gobernante de turno puede disponer libremente de esos fondos pues sería muy arriesgado por las consecuencias económicas que esa actitud ocasionaría. Desde ya que este riesgo se potencia enormemente en el caso de naciones en vías de desarrollo o subdesarrolladas, siempre

LA IMPLEMENTACIÓN DE LA AUTARQUÍA DEL BCRA 

¿Por qué en 1992 el Congreso sancionó una nueva Carta Orgánica para el BCRA obligándolo a preservar el valor de la moneda? 

La historia moderna indicaba que las naciones con bancos centrales independientes (2) presentaban menores índices inflacionarios, un mayor desarrollo económico, y una mejor estabilidad financiera (tasas y rentabilidad de los depósitos). Estos datos demostraban que la independencia del banco central obligaba al Poder Ejecutivo a una mejor eficiencia en su obligación de administrar la economía.

A su vez, y en el caso argentino en especial, había que considerar que después de décadas de fuertes devaluaciones y alta inflación, sumadas a las dos hiper inflaciones que sufrió el país (1989 y 1991), la población ya no quería saber nada con la moneda argentina (el “Austral” en ese momento), de manera que el nuevo ministro de Economía, Domingo Cavallo, tuvo que recurrir a una medida muy potente para convencer a la gente de que el Banco Central iba a dejar de emitir billetes para financiar al tesoro nacional. Esa medida fue la ley de Convertibilidad y la autarquía del BCRA sobre principios económicos monetaristas (4).
La nueva Carta Orgánica del banco lo obligaba a respaldar con dólares toda la masa monetaria existente. Con esta decisión se reconocía oficialmente lo que desde hacía medio siglo venía sucediendo: para la población argentina la verdadera moneda de ahorro era el dólar. Los pesos se utilizaban sólo para las transacciones comerciales habituales.
Durante décadas, los sucesivos gobiernos -tanto los democráticos como las dictaduras-, intentaron sin éxito que la gente confiara en la moneda argentina con un discurso que afirmaba que “esta vez va a ser diferente”. Vano esfuerzo

UN POCO DE HISTORIA 

La estabilidad es la primera cuestión: nosotros conocemos bien la guerra y vemos las dificultades que atraviesan los países que viven en estado de conflicto” Nguyen Minh Triet (1942-) Presidente de Vietnam y Secretario del Partido Comunista Vietnamita. 

Un indicador del desarrollo de una nación es la estabilidad y fortaleza de su moneda. Una nación sin una moneda medianamente estable es una nación perdida en sus posibilidades de crecimiento. El cuadro que incorporo en esta nota nos muestra que durante cuarenta y cinco años, desde 1901 hasta el triunfo peronista de 1946, la Argentina devaluó su moneda sólo un 85%. En cambio, durante los siguientes cuarenta y cinco años de vida, desde 1946 hasta 1991, sufrió una devaluación de 246.913.580.246.814%. Todo un record mundial.
Este violento proceso de devaluaciones se inició durante las primeras dos presidencias de Perón (1946-1955), en las cuales la moneda sufrió una depredación nunca vista con anterioridad (5,76% mensual, 678% total). Posteriormente, y según las estadísticas, los períodos que sufrieron mayores devaluaciones se dieron consecutivamente entre 1973 y 1989: los tres años del FREJULI (Cámpora-Juan Perón-Isabel Perón) ya que desde 1973 hasta 1976 la moneda se devaluó un 2.743%; el proceso de la última dictadura militar desde Videla hasta Bignone (1976-1983) con la escalofriante cifra de una devaluación del 79.900%; y por último, el gobierno radical de Alfonsín que desde 1984 hasta 1989, quebró todos los récord con un número de terror: 2.307.592%.

¿Cuáles han sido las razones que a lo largo del tiempo han determinado las recurrentes devaluaciones de la moneda argentina? 

Desde hace más de seis décadas, y con excepción de los años 2002 y 2003, los sucesivos gobiernos argentinos han venido gastando mucho más de lo que produce y, como no han podido o no han querido modificar sus estructuras para gastar menos o para producir más, han solventado sus déficit endeudándose y/o emitiendo moneda sin respaldo real, por lo que han necesitado, de tanto en tanto, apropiarse de lo ajeno para volver a equilibrar su economía, aunque sea de manera parcial o transitoria.
Estas apropiaciones se han efectuado mediante la generación de inflación y las consecuentes devaluaciones de la moneda. A través de las mismas, los gobiernos fueron “escapando de los apuros económicos” (ver abajo la sección “Las razones económicas del saqueo”) pero a costa de aumentar la pobreza de su población e implantar en la psicología de la gente en general, y en la del empresariado en particular, una sensación de enorme inseguridad económica y jurídica.

Desde 1946, decenas de ministros de economía intentaron sin éxito todo tipo de maniobras para evitar la continua depredación de la moneda: cambios múltiples, semi-fijos, libres, semi-libres, pesificaciones, prohibiciones, grandes controles, “tablita cambiaria”, desindexaciónes e indexaciones fueron solo algunas formas entre un sin fin de inventos económicos.

Todo esto sucedió hasta 1991, cuando el cordobés Domingo Cavallo fue elegido ministro de economía durante la primera presidencia de Carlos Saúl Menem y terminó con cincuenta años de devaluaciones aplicando un viejo mecanismo: la convertibilidad automática de la moneda. En este caso, en lugar del oro o la plata, como había sido en el pasado, el ancla fue el dólar norteamericano. Pero a su vez, en 1992, el Congreso agregó una novedad importante: la independencia y autarquía del Banco Central. Con ello, el Poder Legislativo trasladó a esta institución la potestad exclusiva de emitir moneda con la principal obligación de sostener con respaldo real la masa monetaria del país.  Hasta ese momento, las reservas del Banco Central habían sido usadas a gusto del gobernante de turno.

En una nación que siempre ha gastado más de lo que ha recaudado, esas reservas han sido siempre la tentación para los gobiernos centrales, que las han saqueado continuamente aunque, desde ya, siempre lo han hecho argumentando que era “en beneficio del pueblo y del país”.
Hipocresía política y traición a la patria deberían ser los veredictos populares ante esta actitud, ya que ese constante drenaje de las reservas favoreció las devaluaciones y las inflaciones, los dos mayores flagelos para la población en general, y para los más carenciados en particular.

LAS RAZONES ECONÓMICAS DEL SAQUEO 

¿Por qué la Argentina necesita siempre de las devaluaciones para equilibrar su economía? 

Para solventar sus gastos, todos los gobiernos, desde el primero de Perón hasta Alfonsín incluyendo a las dictaduras militares, emitieron moneda sin respaldo real. Recordemos que la población sólo podía ahorrar en pesos porque los bancos no aceptaban cuentas o inversiones en moneda extranjera.

Técnicamente hablando, en una nación como la Argentina, cuya economía no inspiraba demasiada confianza, la moneda debía tener un cierto nivel de respaldo real a través de sus reservas de oro y divisas extranjeras. Cuando el circulante de dinero nacional excedía, en mucho, esas reservas, inevitablemente se generaba alta inflación.

Pero cuando la inflación ya se hacía insostenible, el gobierno de turno devaluaba y con ello, necesariamente, obtenía dos resultados económicos:

1) Todos los ahorros en pesos perdían una parte de su valor real. Ejemplo: Una ahorrista con treinta mil pesos invertidos en un plazo fijo o en bonos del Estado, tenía diez mil dólares de acuerdo a un cambio hipotético de tres a uno. Se produce, por ejemplo, una devaluación del 20%, lo que hace que sus treinta mil pesos se conviertan en ocho mil trescientos dólares. Los mil setecientos dólares de pérdida que sufrió la ahorrista fueron a parar al bolsillo del Estado. ¿Por qué? Porque antes de la devaluación, el Estado, a través del Banco Central, debía responder ante los treinta mil pesos con diez mil dólares, en cambio, después de la misma, ocho mil trescientos dólares serán suficientes. El Estado le robó así mil setecientos dólares al tenedor de los pesos. 

2) Todos los gastos y salarios públicos sufrían una pérdida real, en moneda fuerte, del 20%. El mismo ejemplo de la ahorrista sirve para este caso. El gobierno pagaba un veinte por ciento menos en dólares por las mismas prestaciones laborales y por toda la deuda pública que tenía asumida en pesos. 

Con la devaluación, la masa monetaria existente en el mercado se equilibra un poco con relación a los recursos reales del Estado para sostenerla pero, si no hay modificaciones estructurales que ayuden a corregir los problemas de base y a estabilizar por largo tiempo las reglas del juego de los mercados, en algún momento se reinicia la inflación y el ciclo de expropiación de los bienes de la población a través de la misma inflación y la devaluación monetaria, sin importar todas las “promesas y garantías” que se hayan dado con anterioridad.

Nuestro país siempre ha sido un ejemplo en justificar la utilización de cualquier medio para lograr el fin deseado. Por lo tanto, con gobiernos adictos al robo del ahorro privado, la famosa “fuga de capitales” hacia países cuyos mercados son estables y sus monedas fuertes, ha sido absolutamente inevitable. No existe discurso alguno, ni medidas temporarias atrayentes, que puedan hacer que estos capitales no solo retornen, sino que se evite su fuga.

LAS NECESIDADES ECONÓMICAS DE LOS KIRCHNER 

El asistencialismo no permite salir del círculo vicioso entre la inactividad y la pobreza” Francois Ewald (1946-) Filósofo francés y doctor en letras. Fue asistente de Michel Foucault. 

Cuando la población comenzó a sospechar que los datos del INDEC se estaban falseando y que las reservas del BCRA se estaban comprometiendo con deudas para financiar el gasto público del gobierno, la gente nuevamente recurrió a la moneda norteamericana: desde el 2007 hasta fin del 2009, se fugaron del circuito comercial y financiero argentino U$S 45.000 millones. Se trató de una impresionante masa de dinero que fue a parar a los bancos del exterior, a las cajas de seguridad y/o al “colchón” de cada casa. Para evaluar su verdadera dimensión no olvidemos que se trata del doble de la que se produjo durante el año 2001, previo al colapso financiero. 

Para los Kirchner, la situación actual es clara: si no tienen la posibilidad de recurrir a la máquina de fabricar billetes, el cada vez mayor gasto público no se podrá solventar por dos razones: a) El mercado ya no permite un mayor aumento de los ingresos por impuestos; y b) El crédito que el mercado internacional de capitales está dispuesto a otorgarle a la Argentina está seriamente dañado por los ‘holdouts’ y por la adulteración de las estadísticas del INDEC.
Y si no pueden sostener ese creciente gasto público, perderán definitivamente el poder político construído sobre la repartición cuasi extorsiva de la “caja” estatal.
Ante esta delicada situación, los Kirchner se abalanzan sobre los fondos del Banco Central mediante un viejo discurso: con las reservas del BCRA se logrará crédito para el desarrollo de las empresas, para compras de vivienda, construcción de hospitales y escuelas, o cualquier otro proyecto similar a los que se prometieron que se realizarían en su momento con los fondos de la Anses, hoy ya extremadamente escasos.
Ahora bien, supongamos que los Kirchner consiguen que el Congreso modifique la Carta Orgánica del BCRA para acceder a esas reservas. ¿Qué podría ocurrir?

Dos cosas:

1) El Banco Central, a través del gasto y el crédito, emitirá pesos que enviará al mercado y que la gente gastará rápidamente para luego preservar sus ahorros en oro, dólares o euros. Por lo tanto, cada peso que emitan sin respaldo real para financiar al tesoro alimentará la inflación y se irá al dólar. Desde ya, los pobres serán los que soporten sobre sus espaldas la menor capacidad de consumo por causa de la inflación, mientras que los más pudientes serán los que se resguardarán en los dólares.

2) En los años anteriores, el BCRA emitió pesos para comprar dólares en el mercado de cambios y luego imprimió bonos (Nobacs, Lebacs, etc) para rescatar esos mismos pesos e inmovilizarlos con el objetivo de que esa emisión de moneda no generara inflación. O sea que los ‘rescata’ mediante emisión de deuda. Muchos de estos títulos se están venciendo por lo que, si en lugar de renovarlos se pagaran, el gobierno estaría enviando al mercado a través del BCRA aproximadamente 55.000 millones de pesos lo cual expandiría en más de un 50% la actual masa monetaria que circula en el país. Sin dudas que sería un panorama de terror ya que la inflación sería incontrolable y estaríamos a las puertas de otra gran devaluación, los dos peores males para el pueblo argentino. Espero que los Kirchner no se tienten con esta posibilidad.

UNA REFLEXIÓN FINAL 

Si uno se equivoca de presidente, se equivoca de presidente. No se puede evitar que un electorado elija a una persona equivocada. Pero recordemos que los poderes de las Cámaras son totalmente independientes, por lo que el Congreso puede perfectamente bloquear a un presidente que no esté haciendo las cosas bien”. Giovanni Sartori (1924-) El más prestigioso investigador político italiano. Autor de numerosos ensayos. 

Creo que poner al BCRA bajo el dominio de los Kirchner sería como regalarle una bodega de vinos a un alcohólico. Pero, en el hipotético caso de que esto sucediera, podremos ver cómo, de la misma manera que no alcanzaron los fondos de las AFJP, tampoco serán suficientes las reservas del Banco Central, por lo que lo más probable es que, para cubrir su gasto público, este gobierno también deba confiscar los depósitos bancarios o realizar otras acciones desesperadas y de consecuencias nefastas, como es el caso de la emisión de moneda sin respaldo real. 

Es el Congreso quien tiene ahora la responsabilidad de decidir a favor o en contra de una estabilidad económica posible hasta que en el 2011 se produzca el recambio presidencial.

Enrico Udenio
12 de febrero de 2010
 

(1) Para establecer jurídicamene la independencia de actuación, se les asigna a las instituciones el carácter de «entidad autárquica» con la finalidad de respaldar su autonomía funcional y preservarla de las influencias o interferencias de los políticos. Esta autarquía es estrictamente técnica y conlleva que la institución no se encuentre subordinada al poder del gobernante de turno. En el caso de un Banco Central, éste tiene la capacidad de diseñar una política monetaria y cambiaria autónoma de las necesidades fiscales del Gobierno. De esta manera, podrá establecer, con su propio criterio, el monto de emisión monetaria que se destina a financiar el gasto público haciéndolo depender, entre otras variables, del nivel de reservas que tiene para respaldar la base monetaria del país.
(2) Los bancos centrales de Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, entre varios otros países, tienen autonomía e independencia de los gobiernos centrales. En el caso de Alemania (Bundersbank) y Estados Unidos (Reserva Federal por ejemplo, son modelos de autonomía funcional desde hace varias décadas y no tienen nada que ver con “el modelo neoliberal de los 90”. Entre sus principales funciones figura ser garante de la estabilidad y dinámica del sector bancario y regular la circulación de dinero y del crédito con el objeto de preservar el valor de la moneda.
(3) El Peso Moneda Nacional, los Pesos 18188, el Peso Argentino, y el Austral.
(4) Milton Friedman se hizo famoso por el descubrimiento de la doctrina que llegó a llamarse “monetarista”, doctrina que lo llevó a ganar en 1976 el premio Nobel de Economía, y que tiene dos principios básicos: 1) La oferta de dinero es el único factor sistemático que determina el nivel del gasto y de la actividad económica; 2) Para asegurar la estabilidad de precios el Banco Central debe establecer un índice de crecimiento de la oferta de dinero a una tasa porcentual aproximadamente igual al crecimiento real de la economía.

LA CALDERA QUE ALIMENTA EL ODIO

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En mi nota anterior (“La violencia que ahuyenta inversiones”), expresaba que la violencia ya está instalada en la Argentina. Decía que tenía muchas y variadas formas de ejercerse pero que limitándome a aquella violencia que, específicamente, ahuyentaba las inversiones en la Argentina, destacaba tres claros exponentes: 1) La privación al libre tránsito (del que me ocupé en la nota mencionada); 2) La complicidad del Estado Nacional; y 3) La extorsión y la amenaza; de cuyas características escribiré en este artículo dando por finalizada la serie de notas relacionadas con la desinversión que el país sufre desde hace años.

La complicidad del Estado nacional

«El hombre que ignora si al día siguiente llevará un trozo de pan a su hogar, qué será de él y los suyos si dura la desocupación y la enfermedad, el hombre que se siente aislado ante el duro existir de una sociedad sin piedad (…) entregará su libertad a los regímenes totalitarios a cambio de la eliminación de esas incertidumbres”. Moisés Lebensohn (1907-1953). Abogado, periodista y político argentino. Uno de los ideólogos más importantes de la Unión Cívica Radical.

Organizaciones autodenominadas sociales representan la tropa de combate del actual Estado nacional, al que muchos califican como fascista pero que, en mi opinión, le queda grande esa condición. Creo más bien que el actual Gobierno ha generado una parodia del fascismo pues, además de dañar al Estado de Derecho, parecería que se burla de él.

Su poder se expande gracias a la constante prórroga de la ley de emergencia económica, mediante la cual, pueden disponer de millonarias sumas de dinero que manejan a discreción y que se sospecha sirven para doblegar opositores, enriquecer a políticos, dirigentes y sindicalistas, y sostener actividades extorsivas o, incluso, insurgentes. 

La semana pasada, la ya tristemente célebre organización “Túpac Amaru”, liderada por la jujeña Milagros Sala, emitía un comunicado de prensa, con relación a la campaña contra la violencia, que decía textualmente: “Esta campaña está claramente orquestada y dirigida a horadar dos pilares construidos por la sociedad y sostenidos por este gobierno: el primer pilar es la no represión de la protesta social y el segundo, el avance en el campo de los derechos humanos. Además identificamos como uno de sus objetivos principales el ataque a todo atisbo de organización popular con el fin de impedir una justa distribución de la riqueza”.

Con este tipo de discurso, los piqueteros, las barras bravas, las organizaciones sociales y barriales de todo tipo intentan legitimizar su accionar cuando, en realidad, sobre la base de la protesta por el desempleo y la pobreza existente, ostentan un poder sin legitimidad constitucional que se ejerce mediante la fuerza del atropello, la prepotencia, la extorsión y la ocupación a la fuerza de los espacios públicos y privados. Lo paradójico es que actúan como si el gobierno – que en cualquier nación sería el principal responsable de los índices de riqueza y pobreza- estuviera en otras manos en lugar de las del matrimonio Kirchner.

Colaborando con la construcción de esta irrealidad, el gobierno alienta ésta violencia como si no tuviera nada que ver con el estado de miseria en el que están sumidos esos mismos sectores. Lo hace agrediendo de palabra o de hecho a todo aquello que huela a oposición. A veces este agresivo proceder lo ejecutan los propios funcionarios del gobierno, otras veces, sus organizaciones de choque, al estilo de un estado fascista. Pero más allá de las agresiones en sí mismas, hay procederes del Poder Ejecutivo que, por su nivel de irresponsabilidad, dejan perplejos a los analistas nacionales y extranjeros, cuyas opiniones dan la vuelta al mundo con el consiguiente daño a la imagen del país.

Los ejemplos abundan: ¿Cómo se le ocurre a la presidenta Cristina de Kirchner abrazar y solidarizarse con Milagros Sala pocos días después que la organización jujeña, liderada por esta mujer, agrediera de palabra y físicamente al senador Gerardo Morales, presidente del partido político más importante después del peronismo? ¿Qué mensaje se da a la sociedad cuando un presidente premia una agresión semejante? No es justamente la de una embajadora de la armonía. Con su actitud, siembra violencia y cosechará, como no puede ser de otra manera, más violencia. 

¿Cómo es que  no son conscientes los funcionarios nacionales sobre el modelo que transmiten a través de un Secretario de Comercio como Guillermo Moreno, que atiende a los empresarios con dos enormes matones parados bien firmes a sus costados, y una pistola exhibida sobre el escritorio? Y de esto doy total fe porque el dueño de una empresa a la que asesoro me explicó al detalle su increíble encuentro con este matón al servicio de los Kirchner. ¿Cómo alguien puede llegar a pensar que estas actitudes son inocuas para la cultura del país y para las inversiones productivas?

Los defensores de la ilegalidad y la violencia

 “Uno llama sabiduría a lo que otro denomina miedo; y uno crueldad a lo que otro cree justicia” Thomas Hobbes, 1588-1679), filósofo y pensador político inglés, de teorías naturalistas. Su libro más conocido, “Leviatán” (1651) es una exposición de su doctrina de la soberanía  y una de las obras de la historia de la humanidad a la que el mundo contemporáneo hace más referencia.

No obstante la lógica que tiene la definición de acatar la Constitución y las leyes en beneficio de una comunidad, en muchos casos, el mero intento de imponer autoridad está mal visto por amplios sectores políticos y por los organismos de los DDHH.

En este renglón caben numerosas y prestigiosas personas, como es el caso –al sólo efecto de citar un ejemplo- del premio nobel de la paz Pérez Esquivel que días atrás cuestionó a tres figuras famosas del espectáculo, Susana Giménez, Mirtha Legrand y Marcelo Tinelli, quienes  durante las últimas semanas expusieron abiertamente su rechazo a ese tipo de violencia. Pérez Esquivel dijo: “Están cansados y temerosos de que los pobres corten rutas, avenidas, y generen el caos ciudadano; están hartos de piqueteros que reclaman trabajo y seguridad para su familia y la comunidad”. Además, Esquivel les cuestionó el hecho de no haber reaccionado cuando la Sociedad Rural y la Federación Agraria pararon el campo durante cuatro meses “para desestabilizar y condicionar al gobierno. “A los pregoneros que pretenden imponer la represión hay que decirles que son caminos de autoritarismo y regímenes dictatoriales que ha sufrido el país y el continente”, exigió.

En realidad, un análisis un poco más profundo de los dichos de Esquivel, deja en evidencia que califica de “insensibles” a todos aquellos que quieren hacer cumplir la ley a costa de “los pobres que reclaman trabajo y seguridad”, mientras que critica la misma metodología utilizada por los trabajadores del campo (al que groseramente calificó en otras ocasiones como oligarcas) delatando su partidismo favorable a los Kirchner cuando juzga que el campo quería “desestabilizar y condicionar al gobierno” ignorando ex profeso los derechos de éstos a defender sus legítimos intereses.

Tanto Pérez Esquivel como casi todas las otras personas que con sus palabras buscan legitimar las acciones ilegales de esas organizaciones de movilización agresiva, conocen a la perfección el concepto de que las leyes están diseñadas y legisladas pensando en las mayorías y son producto de la cultura y la ética de cada lugar. Sería muy injusto hacer padecer a 80 personas para complacer a sólo 20. Esta idea marca la convivencia entre los seres humanos. La ley debe atravesar a todos por igual. Se debe imponer por sobre los deseos, intereses y voluntades personales de cada uno. Por lo tanto, los hombres deben someterse a esas leyes que determinan lo que se debe o no se debe hacer en una sociedad cuando las acciones de uno inciden en las de los demás.

Pero los defensores de esa modalidad de protesta evalúan que las leyes no deben aplicarse a esa minoría argumentando que, por su condición social e ideológica, no tiene otra manera de protestar. Aunque, probablemente, no se lo propongan, con su discurso promueven la intolerancia, la descalificación y el insulto, tanto sea hacia la autoridad como hacia cualquiera que piense de manera diferente y pretenda una sociedad más respetuosa del cumplimiento de las leyes. Convierten a un adversario en un enemigo, por lo que, entonces, anulan toda posibilidad de diálogo y consenso democrático. 

La extorsión y la amenaza

“Puedes conseguir mucho más con una palabra amable y una pistola de lo que puedes conseguir con sólo una palabra amable.” Al Capone (1899-1947). Famoso mafioso estadounidense.

Los cortes de calle son una forma de extorsionar a la población en general pero este país ha generado otra forma de extorsión que es enormemente más dañina en términos de inversiones productivas. Se trata de las extorsiones y amenazas puntuales apoyadas por el gobierno nacional. Abundan los ejemplos en este ítem: el impedir el ingreso y egreso de los trabajadores, clientes y proveedores de una empresa, amenazar con violencia física, no transferir dinero a una provincia salvo que sus legisladores apoyen las políticas del Gobierno nacional, son algunas de las más dañinas formas extorsivas que, principalmente, desde la asunción de Néstor Kirchner en el 2003, se han popularizado en el país.

El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, fue uno de los primeros que comenzaron a utilizar esta modalidad mafiosa (fue inventada por la mafia napolitana a principios del siglo pasado) pero ha sido un “modus operandis” del matrimonio presidencial.

En oposición a lo que las leyes sindicales determinaban, Moyano logró, a través de la extorsión y las amenazas, cooptar para su sindicato de camioneros un numeroso contingente de operarios que pertenecían al gremio de comercio.

El matrimonio Kirchner, en el proceso de ejecución de esas maniobras extorsivas y las concretas amenazas que realizan contra sus “enemigos”, utilizó al Estado para sus fines partidarios. Expanden la confusión entre Estado, gobierno y partido. Es la deserción del Estado de sus funciones básicas.

El sociólogo Eduardo Fidanza (1) escribió al respecto: “Hace 20 años nuestra clase dirigente discute si el estado debe intervenir activamente en la economía o debe limitarse a garantizar servicios esenciales, como salud, educación, seguridad, justicia y defensa. Pues bien, tuvimos una década para cada posición; al cabo, el Estado sigue demostrando ser un pésimo administrador de empresas y un ente fracasado para asegurar los bienes públicos. La gente sufre cada día la ausencia del Estado. Se siente desprotegida. Intentemos convencerla de que no se repliegue, de que no se enfurezca, de que no se deprima, de que no se asuste o de que no recurra a medios ilegales para alcanzar sus objetivos. Será inútil: dirán, cómo se dice en la calle, “<no nos queda otra>”.

Las constantes mentiras, algunas de ellas descaradas como son los casos de los índices del INDEC y las candidaturas testimoniales, se convierten en violencia cuando la población se siente burdamente engañada.

La prepotencia y sordera de los Kirchner golpea a esa mayoría de ciudadanos que votaron mayoritariamente el 28 de junio pasado quitándole al oficialismo la mayoría parlamentaria cuando el matrimonio presidencial impone en tiempo record leyes a su antojo comprando voluntades con dinero, (hecho totalmente comprobado por la confesión abierta de números legisladores), así como su constante diatriba contra todo aquello que huele a oposición. Esta actitud, como ninguna otra, ha generado una sociedad argentina crispada e intolerante. Esto reviste gravedad, porque las democracias se deterioran con su desorganización y cuando esto sucede, aparecen las visiones totalitarias.

La caldera que alimenta el odio

Sin inversiones genuinas estamos viviendo a diario el aumento de los índices reales de pobreza, indigencia, mortalidad infantil y otros indicadores sociales similares. Cuando el Gobierno nacional se desentiende de las pautas básicas que necesitan los capitales para invertir en el país, se incrementa la desigualdad, se generan resentimientos, frustración y violencia. La sociedad se divide: de un lado, los que pueden mantener una vida digna, del otro, los que no poseen nada y no tienen esperanza de mejorar. Esta es una caldera que alimenta el odio. “Los argentinos siguen muriéndose cada día de pobreza o de violencia” afirma Fidanza (1.)

Esta frase la relaciono con una nota escrita en septiembre del 2007 por la socialista catalana Pilar Rahola: “A Argentina le pesa tanto el pasado, que a veces parece que habita en él (…) Un pasado, además, mirado con ojo tuerto, donde los dictadores y sus cómplices reciben el legítimo repudio y lentamente van pisando los suelos de la justicia; pero cuyos terroristas son considerados héroes del pueblo. Héroes. Lacra de toda Latinoamérica y no sólo de Argentina, la actitud de una parte del espectro social, que minimiza, justifica e incluso avala el terrorismo, es un penoso síntoma del relativismo ético que practican muchos líderes de izquierdas, hasta el punto de no conmoverse ni con la muerte masiva. Ahí está, para vergüenza de Argentina y para vergüenza de la humanidad, el brindis que Hebe de Bonafini -la antigua presidenta de las Madres de Mayo- hizo, celebrando el atentado del 11-S. Un total de 4.000 muertos, 4.000 personas con sus vidas, sus esperanzas, sus ilusiones, convertidas en humo en manos del terror, y la risa de Bonafini bendiciendo la matanza. Y su famoso ¡Viva ETA! En la España que la había invitado y aún lloraba la muerte de Ernest Lluch.

Hebe representa el paradigma de una izquierda violenta, revanchista hasta la locura, inequívocamente reaccionaria. Sin embargo, ¿es ella lo alarmante?

Al fin y al cabo, personajes como Hebe o como otros que pululan por el continente (…) No. Lo alarmante es que el día después del brindis de muerte, las Hebes continúen teniendo micrófonos, vida social activa, miles de pesos de ayuda pública y hasta el aval institucional. «Todos somos hijos de Hebe», me aseguran que dijo Néstor Kirchner. Sobran palabras…

Eso es el relativismo ético, ésa es la quiebra de valores que, con angustiosa naturalidad, se puede respirar en la Argentina que avala determinado progresismo. En esa Argentina, y en alguna de las Españas… Como dijo el sabio, «habrá que defenderse de una derecha muy diestra, y de una izquierda muy siniestra».

Han pasado más de dos años desde estas afirmaciones y, aún hoy, continúan teniendo vigencia.

Enrico Udenio

28 de noviembre de 2009

(1)  Eduardo Fidanza, Sociólogo, director de la consultora Poliarquía. en una nota publicada en el diario La Nación el 19-nov-2009

LA IMPREVISIBILIDAD POLÍTICA Y SOCIO ECONÓMICA

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  El aumento de los conflictos sociales, y la incapacidad manifiesta del gobierno de encauzarlos legalmente, sumada a la modalidad política de los Kirchner de generar odios y discordias en la población, incentivan aún más la desinversión existente que es, desde ya, el mayor problema de fondo que hoy enfrenta la administración Kirchner.

  Continuando con el análisis sobre los factores que la impulsan, me referiré al constante cambio de las reglas de juego comercial e industrial. Si bien la transgresión contractual y legal no ha sido un invento de este gobierno, sigue plenamente vigente en el país produciendo daños inconmensurables.

El último de los atropellos fue la aprobación legislativa de la nueva ley de radiodifusión, con el agravante de que, quizás, fue la noticia de este año que más daño ha causado a la imagen del país. Es que por todo el mundo se propagó el inusual hecho de que al poco tiempo de haber prorrogado licencias por 10 años, el mismo gobierno las canceló sin tener razones de peso para hacerlo.

A los ojos oficialistas o para aquellos adherentes del estatismo, la obtención del fin deseado –ideológico por supuesto- justifica cualquier medio, pero es muy diferente la óptica para aquellos que desde una postura ética, valoran las leyes y las reglamentaciones existentes. Se hubiera podido concretar perfectamente una nueva ley de medios sin necesidad de violentar el plazo de las licencias ya otorgadas. Este es un buen ejemplo de los enormes daños que la nación se auto inflige por causa de una camada de políticos ineptos o incapaces para evaluar las futuras consecuencias que pueden tener sus actos.

Las reglas de juego

“La Ley es como la veleta de un viejo campanario, que varía según sopla el viento.” Leo Nicolaievich Tolstoi (1828-1910). Escritor y reformador ruso. Una de las grandes figuras de la novelística mundial.

  Se entiende por “reglas de juego” a las leyes y reglamentaciones mediante las cuales los modernos Estados nacionales aseguran a los nuevos mercados (1)  las condiciones necesarias de estabilidad para el crecimiento y el desarrollo socio económico. Es esta estabilidad la que proporciona al sistema el empuje hacia un progreso económico sostenido, manteniendo el equilibrio entre las fuerzas financieras, políticas y laborales. Cuando el sistema no es sostenido por los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) aparecen las continuas transgresiones y el capitalismo se queda sin el capital.

  Es que “el dinero es extremadamente sensible” y reacciona en forma inmediata cuando no se siente protegido por leyes claras y permanentes en el tiempo. El presidente de una empresa informática de la Alemania Occidental, en épocas previas a su unificación con la Oriental, me dijo en una ocasión: “no nos interesa demasiado que las leyes en la Argentina sean muy favorables a las inversiones; lo que necesitamos es que, sean las leyes que sean, se apliquen y se mantengan en el tiempo independientemente del tipo de gobierno que tengan”.

  El ser empresario en Argentina constituye un desafío a la imaginación y a la supervivencia. Cuando una empresa comienza a crecer comercialmente, aparecen inmediatamente los “socios indeseables”: punteros políticos de la zona, empleados municipales de las más inimaginables reparticiones o sectores burocráticos, policías, funcionarios nacionales, el sindicato, la mutual, inspectores que aplican controles de todo tipo, incluso los más ridículos, etcétera. Todo proyecto de desarrollo que intente llevar a cabo un empresario será interrumpido por un inacabable juego de obstáculos los cuales, la mayoría de las veces, deberá superar a través de una coima, salvo que acepte el riesgo de que sus trámites duerman el sueño eterno de los justos.

  En su interesante libro “El error de ser argentino”, el empresario Eduardo Balcheian, ex titular de la compañía concesionaria industrial de la marca alemana Adidas, relata sus terribles experiencias con los funcionarios de los diferentes gobiernos. No tengo dudas de que si Balcheian hubiera intentado, por ejemplo, realizar sus proyectos industriales en Japón, Australia o en Canadá en lugar de la Argentina, hubiera contado con todos los apoyos gubernamentales y sindicales para que sus productos pudieran venderse por todo el mundo con su marca propia. Fue un gran empresario desperdiciado por su país, al igual que tantos otros menos conocidos.

Una burocracia gigantesca 

La ignorancia es degradante cuando la acompañan las riquezas.” Arthur Schopenhauer, (1788-1860), filósofo alemán, crítico de Kant y del racionalismo.

  El exceso de reglamentaciones que sirve de “alimento” para la corrupción de los funcionarios argentinos, los continuos impuestos y leyes implementados hipócritamente “por única vez”  pero que siempre se tornan eternos, la pesificación asimétrica del 2002, la inflación y las recurrentes devaluaciones, las épocas del “congelamiento de precios y alquileres”, o  de la actual maraña de subsidios que intentan compensar “valores máximos” de tarifas y precios, anulan el juego de la oferta y la demanda. Tampoco nos olvidemos de la adulteración de las estadísticas y datos -un factor indispensable para que los empresarios puedan calcular y evaluar sus inversiones-, y las crónicas faltas de crédito para proyectos de desarrollo.

Estas acciones son sólo una pequeña muestra de todas las medidas gubernamentales que durante décadas han propagado la inestabilidad de los mercados en el país.

Prohibiciones y regulaciones de todo tipo que tenían la capacidad de reservar “zonas comerciales” a “los amigos”, permisos previos de fabricación, permisos previos para aumentar precios, permisos previos para importar o exportar, permisos y permisos para todo construyeron con el paso del tiempo una burocracia del mercado de proporciones gigantescas.

El empresario

“Sólo me gustan dos tipos de hombres: los nacionales y los extranjeros.”  Mae West (Mary Jane West) (1893-1980). Irreverente y transgresora actriz norteamericana. Fue el primer símbolo sexual de la historia del cine.

  Los gobernantes argentinos, en general,  han tenido mucha dificultad para entender la importancia medular que tiene el rol del empresario –nacional y extranjero- en el sistema capitalista. Esta ignorancia, explica, en una buena parte, la pobreza del mercado local o la inexistencia de una poderosa industria exportadora.

Pero el empresario medio argentino no es inocente de este descalabro. En definitiva, su idiosincrasia es la misma que la del resto de la población. El desorden, la predisposición al consumo en lugar del ahorro y la inversión, el individualismo, la desconfianza, el rechazo a los límites que impone el cumplimiento de las leyes, el temor al riesgo económico, entre muchas otras peculiaridades del habitante del suelo argentino, forman parte también de sus características.

  Un capitalismo con un empresariado que no arriesga su patrimonio y que, habitualmente, piensa en obtener ganancias provenientes del mercado local amparado por eternizadas políticas proteccionistas, no genera crecimiento genuino para un país. Las  industrias que se desarrollan bajo esta consigna no pueden competir a nivel internacional y terminan siendo mantenidas por la población a través del pago de sobreprecios de enorme magnitud por productos desactualizados tecnológicamente –como ahora será el caso como consecuencia del aumento de impuestos para los productos electrónicos con excepción de unas pocas empresas radicadas en Tierra del Fuego. Se generan así mercados esclavos que resultan en pura ganancia para el dueño del negocio y pura pérdida para el consumidor.

  El empresario argentino que describo, se defiende alegando que las constantes modificaciones a las reglas del juego industrial y comercial lo han obligado a desarrollar una extraordinaria capacidad para aprovechar las alternativas que les presenta este cambiante panorama económico. Pero esta característica de volubilidad invalida las inversiones a largo plazo, y sin ellas, el excedente de los beneficios obtenidos se destina al consumo suntuario de los propios empresarios y a acumularse en cuentas bancarias en el exterior. No creo que se presenten muchas dudas sobre este tópico pues, de no ser así, ¿a quiénes pertenecen los ciento sesenta  mil millones de dólares de dinero argentino (un PBI completo) que se calcula que ya están fuera del país? Seguramente que no les pertenecen a los jubilados, obreros o empleados. La burguesía comercial y empresarial nacional, los profesionales de altos ingresos, ejecutivos y por supuesto, los políticos y los sindicalistas, son los dueños de ese inmenso y desopilante caudal de dinero que es utilizado por otras naciones  para su desarrollo.  

  Pero los empresarios no son los únicos culpables de esta desinversión argentina. Las mafias sindicalistas que aún existen en nuestro país son en gran parte responsables de la decadencia industrial argentina, pero estoy convencido de que la principal carga le cabe a los gobiernos que, llevados por sus necesidades inmediatas, cambian o interpretan a su gusto, una y otra vez, las leyes, los impuestos y las reglamentaciones.  Como relaté en mi anterior nota, la frase que un importante dirigente industrial me dijo en una ocasión parecería ser un fiel símbolo de lo que es la Argentina: “uno puede acostarse a la noche siendo rico y despertarse pobre a la mañana, o viceversa”.

  Mientras la mayoría de los inversionistas locales y del exterior pierden parte de sus capitales a causa de los continuos cambios a las reglas de juego comercial, algunos de los nacionales se enriquecen. No es que hayan sido genios financieros, lo que sucede es que son expertos en desenvolverse dentro del caos. Han nacido como empresarios en él, en él se han enriquecido y no ven al mercado nacional tal como se lo enseña en el estudio del capitalismo. Las estables reglas internacionales de los mercados generalmente no tienen aplicación en el nuestro.  

¿Pragmatismo o incoherencia?

“La verdadera filosofía es reaprender a ver el mundo.” Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) Filósofo existencialista francés.

  ¿Desde qué lugar se les puede ocurrir a los gobernantes argentinos que la economía puede funcionar si horada sistemáticamente sus reglas y sus bases?

En numerosos ensayos político-económicos y en los medios de comunicación se hace frecuentemente referencia al alto grado de pragmatismo de las sociedades, incluida la argentina.

En realidad, el pragmatismo, dentro de la esfera de las ideologías, se aplica a diario en todos los países desarrollados, pero hay una diferencia conceptual entre cómo se aplica en ellos y cómo se da esto en la Argentina. Ninguna de las medidas pragmáticas que se llevan a cabo en esas naciones del mundo desarrollado modifican la armonía y la previsibilidad del sistema ideológico económico que han definido en sus respectivos gobiernos, pues siempre dejan intacta la columna principal que sostiene a toda ideología: una relación compacta e indisoluble que existe entre las leyes, las reglamentaciones  y la economía en una nación, relación a la que se le da la calificación, como expliqué al inicio de esta nota, de “reglas de juego”.

  En cambio, en Argentina, el pragmatismo es básicamente el pasaporte a la constante confusión. Al cambiar o imponer nuevas reglamentaciones, leyes o modificar el sentido de las mismas según el poder político de turno, sin importar si éstas apoyan o no el sistema de producción económica establecido, ha dado como resultado, a través de los años, a un injerto perverso que proporciona ganancias sólo a quienes están muy acostumbrados a este “desorden” y conocen sus códigos, o a aquellos vinculados al gobierno que pueden sacar provecho de esa relación.

  Para muchos politólogos, la incoherencia producida por el péndulo ideológico que existe en el principal partido político argentino, al oscilar de la izquierda a la derecha, o del socialismo corporativista al capitalismo liberal, según las circunstancias políticas y sociales de cada momento, genera continuas modificaciones a las reglas de juego de la economía con consecuencias insoslayables que hacen desaparecer la previsibilidad y con ella, al capital. Y sin capital, no hay dinero, y sin dinero, no existe otro futuro posible para el país que desinversión e involución.

Claro, cuando la incoherencia queda circunscripta al ámbito familiar, laboral o afectivo, los daños derivados de la misma están acotados al micro mundo del individuo. Pero cuando ésta alcanza a la administración pública su daño se potencia al expandirse a través del poder que emana del Estado.

De todo esto podemos deducir que el continuo cambio de las “reglas de juego” en la sociedad argentina muestra, ni más ni menos, el desorden emocional, ideológico e intelectual que sufren sus habitantes.

Enrico Udenio

13 de noviembre de 2009

(1):  Se entiende como nuevos mercados aquellos que incorporan a la globalización, la informática, Internet, los mercados financieros al mismo tiempo que contemplan los valores de la libertad, la equidad social y la solidaridad.

HILDA MOLINA Y LA LEY DE MEDIOS

“Nadie manifiesta más su ignorancia que la persona que comienza a hablar antes de que otro haya terminado su alocución.”   Mosleh al-Din Saadi Shirazi  (1184-1291). Poeta persa, sufista y místico religioso, de estilo universal y romántico.

 “Estuve un mes en Cuba y la realidad no es como usted dice”, le espetó un joven a la Dra. Hilda Molina, interrumpiéndola. Ésta le contestó mirándolo fijamente a los ojos: “Usted no sabe más de mi país que lo que se yo. Le cambio vivir aquí por vivir allá”. Éste fue sólo uno de los tantos cruces verbales que se dieron en el Congreso Argentino, el martes pasado, en ocasión de una invitación que se le cursó a la médica cubana.

Un grupo de periodistas de radios comunitarias, asesores de diputados de la izquierda y militantes de organizaciones sociales, la acosaron e insultaron intentando impedir que expresara sus quejas sobre el gobierno castrista. La valiente mujer los enfrentó diciéndoles todo lo que la había desilusionado el régimen comunista de Fidel Castro.

 Voy a ser sincero, al enterarme de este acontecimiento, mi primera sensación fue la de la vergüenza ajena. ¿Cómo fue posible que un grupo de admiradores argentinos de las izquierdas marxista y populista pudieran haber sido tan irrespetuosos como para cuestionarle a ella sus conocimientos de las condiciones de vida imperantes en Cuba? ¡Nada menos a ella, que le dio tanto a su país y que adhirió con firmeza a los conceptos enarbolados por la revolución castrista! “Una revolución por la cual envejecí y a la que le entregué mi vida”, fueron sus palabras.

 La segunda de mis sensaciones fue la de la indignación. ¡Cómo osaban hablarle así a una mujer a la que, durante quince años, le habían impedido salir de Cuba frustrándole su natural deseo de visitar a su hijo y a sus nietos en la Argentina!

Seguramente, ninguno de los que la acosaron en el Congreso parece tener la más remota  idea de lo que significa vivir en un país del que no te permiten salir, o de la profunda sensación de violación que se experimenta cuando se recibe correspondencia previamente abierta por el gobierno. No parecen evidenciar una mínima capacidad empática para comprender que la libertad que tuvieron ellos para hostigar a la médica, jamás lo hubieran tenido en Cuba, si su ideología no se correspondía con la del gobierno.

 Pasada la sorpresa y el enojo, mi pensamiento se encauzó hacia el intento de comprender a esta particular izquierda argentina que desde hace bastantes años se ha desbordado y se exaspera con todo aquel que piensa diferente. Sus adherentes pueden hablar en cualquier lugar sin que los molesten mientras ellos, en cambio, generan una forma de censura política al hostigar y agredir a toda persona cuya tendencia ideológica no se corresponda con la de ellos. La defensa de los principios de cada uno debería expresarse en sus propios discursos, y no en la acción de impedir u hostigar a aquel con el que se está en desacuerdo.

Sus desatinos no finalizan aquí. Aunque parezca difícil de comprender, también salen a gritar a favor de feroces dictaduras, como es el caso de Irán, una nación fascista en la que existe una terrible discriminación hacia la mujer y que, no nos olvidemos, se trata del país que fue promotor de uno de los peores atentados terroristas que sufrió la Argentina en aras de destruir a una nación, Israel.

 EL SILENCIO DE LOS BUENOS

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.”   Martin Luther King (1929-1968) Premio Nobel de la Paz 1964. Paladín de los derechos civiles, fue asesinado en Memphis, USA.

No debemos permitir que una banda de fanáticos ideológicos logre con su prepotencia el silencio de los buenos. Cuando los militantes de izquierda salen a la calle apoyando a la Cuba de Castro, están apoyando políticas totalitarias.

Sería recomendable sugerirles que vayan a vivir allí para poder experimentar en carne propia lo que significa la persecución por disidencia o por tener un pensamiento crítico. No es únicamente un tema ideológico, es un problema de violación a los derechos individuales esenciales, como son la falta de libertad de expresión, la dificultad de transitar dentro y fuera del país, y la injerencia en la correspondencia privada, citando sólo algunos de los numerosos ejemplos existentes.  

No se trata de una propaganda imperialista. Se trata de una realidad impuesta por el mismo sistema marxista porque, para mantenerlo, se hace indispensable eliminar esos derechos.

Yo nací en un país comunista y con mis padres pudimos salir de allí gracias a dos circunstancias: nuestra condición de italianos y el pasaporte diplomático que llevábamos cuando el tren cruzó la frontera, allá por 1948. Pero todo el resto de mi familia quedó varada allí y, a través de las décadas siguientes, fui testigo de cómo el gobierno comunista violaba sus derechos de privacidad y sus libertades individuales básicas. En la medida que iban falleciendo los hombres, se les permitía a sus mujeres y niños salir del país. Incluso, un tío mío decidió suicidarse para permitir que su esposa y su hijo menor obtuvieran el permiso para viajar a la Argentina.

A veces tengo la impresión de que a esa particular izquierda no le importan demasiado las cualidades éticas de sus gobernantes. Es que a pesar de que los populismos demagógicos en América asfixian las libertades individuales civiles y promueven las dictaduras y el culto personalista, sus adherentes las defienden, y cuando esto sucede, se convierten en traidores irresponsables de su propia causa al perder sus ideales individuales y generar un fuerte distanciamiento con el resto de la sociedad.   

¿Cómo es que cometen esta sarta de barbaridades políticas en aras de una especie de cruzada religiosa contra todos aquellos señalados como enemigos? 

Parecería que no pueden tomar conciencia de que no hay dictaduras malas y buenas. En la vida no se debería tener doble moral. Yo estuve en contra de las dictaduras de Pinochet y de Videla, y estoy en contra de la dictadura de Castro y de las del fundamentalismo musulmán. Creo que es inmoral aceptar a unos y no a los otros.
En una nota publicada en el diario Perfil, el filósofo Tomás Abraham decía que la dialéctica marxista ha generado en un grupo de personas una “versión canónica que sostiene que lo verdaderamente importante es la marcha de la historia, y ésta no es otra cosa que la historia de la lucha de los pueblos por su libertad frente al imperio. (…) La obtención de los logros hasta la victoria final necesita de personajes que aun siendo burgueses, corruptos, mal o bienintencionados, mientras piloteen el barco hacia la lucha popular, si se convierten en portavoces de los pobres contra los ricos, poco importa si compran tierras a cero pesos y las revenden a mil, o si emiten bonos cuyo dinero se evapora, si mienten a diestra y siniestra, o si roban. Todo tiene sentido desde el punto de vista de los fines.”

 LA LEY DE RADIODIFUSIÓN

“¿Qué clase de mundo es éste, en que los hombres aspiran al bien y, ello no obstante, realizan tan frecuentemente el mal? ¿Qué lugar le corresponde en él al hombre, y cómo están relacionados sus ideales, sus sistemas de valores con el conjunto del universo?”    Aldous Huxley (1894-1963). Extraído de su ensayo “El Fin y Los Medios” (1937). Considerado como un líder del pensamiento moderno y crítico de los roles sociales, las normas y los ideales.

En estos días se intenta promulgar la modificación a la popularmente conocida como “Ley de Medios”. No voy a entrar en detalles ya que, en forma abundante, los diarios, la radio y la televisión se están ocupando de ello.

Sí, en cambio, voy a relacionarla con lo sucedido con la Dra. Hilda Molina.

Algunos de los artículos de este proyecto, como son los casos de la repartición de los espacios radioeléctricos, el derecho del gobierno a adjudicar licencias a discreción por “mejor administración”, y a su revisión cada dos años, tienen en su esencia, el mismo concepto con que se maneja esa particular izquierda argentina y el matrimonio presidencial: la comunicación social a través del periodismo es un instrumento de propaganda, por lo cual, sus contenidos deben ser cooptados o bien controlados.

Con este concepto, si alguien tiene un pensamiento crítico, debe ser tratado como si fuera una publicidad a favor de la oposición, que hay que descalificar y agredir. Esta idea y no otra, es la que más muestra la carencia de una actitud democrática y la predisposición a favorecer un pensamiento único afín a los intereses del gobierno.

Cuando los fanáticos castristas quisieron impedir la palabra de la Dra. Molina, se transformaron en un símbolo de lo que sucedería si la nueva Ley se aprobara sin modificaciones sustanciales al intento monopolizador de los derechos radiofónicos de los Kirchner: hay que impedir o dificultar la voz del otro opuesto, a cualquier precio.

 El germen de una dictadura se encuentra allí: el “buen” fin justifica el medio violento.

La izquierda totalitaria, en su idea de que lo único que importa es la victoria, ha olvidado ese maravilloso concepto de Aldous Huxley: El fin no puede justificar los medios, por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines obtenidos.

Con este olvido, las izquierdas marxistas y populistas se anestesiaron socialmente y perdieron de vista a los ideales del individuo. La búsqueda del fin a cualquier precio los aleja cada vez más de sus metas, además de que el resquemor, el odio y el bloqueo emocional no los puede conducir a otro lugar que no sea a su propia destrucción.

 Para aquellos que están a favor de una izquierda democrática y más permeable a la gran diversidad de creencias y razas existentes, es muy importante que no se dejen intimidar por estas bandas totalitarias, aunque también es esencial que no olviden rescatar esos mismos ideales que esta gente ha extraviado en su suicida epopeya por destruir al enemigo demócrata capitalista, sea éste socialista, liberal o conservador.

 Enrico Udenio

10 de septiembre de 2009

 Fuentes: Diarios La Nación; Perfil; Página 12; entrevista con la vicealcaldesa de Barcelona, Pilar Róala; El Fin y Los Medios, de Aldous Huxley, 1931; y “I have a dream”, de Martin Luther King, 1967.

PRODUCIR RIQUEZA ANTES DE DISTRIBUIR

“La idea de que el futuro es mejor que el pasado, sigue siendo parte del imaginario colectivo norteamericano. En América latina, en cambio, los planes son siempre a corto plazo. El presente no es un mal necesario para poder avanzar hacia un futuro mejor; esta idea, asociada con la noción de <progreso>, está cada vez más ausente del imaginario popular”.   Fernando López-Alves. Filósofo uruguayo y Doctor en Ciencias Políticas. Profesor titular del Centro de Investigaciones de la Universidad de California, USA.

 Para poder distribuir algo, hay que producirlo previamente. Más que una máxima del capitalismo, parece ser una “verdad de Perogrullo (1)”. A pesar de ello, da la impresión de que en la Argentina, desde hace décadas se consume mucho más de lo que se produce (salvo en el 2002, el único año en el que se invirtió tal conducta), y no parece haber conciencia de que a la fiesta la terminaremos pagando entre todos con el peor de todos los impuestos: la inflación y con su consecuencia, el subdesarrollo.

 En un futuro, la Argentina debería redimirse de su profunda ignorancia que ha caracterizado su historia, en los últimos setenta años, acerca de la proveniencia del dinero. Cualquier grupo corporativo de ciudadanos, en su lucha por sus intereses, suele requerir del gobierno una enorme cantidad de millones sin siquiera sonrojarse. Como ya dije en anteriores escritos, “parecería que subyace la idea de que el dinero proveniente del Estado es un bien surgido del espacio infinito”.

La población continuamente reclama a un Estado benefactor que le provea los fondos requeridos, como si estos correspondieran a un bolsillo ajeno y no al bolsillo de todos. Para paliar probables sentimientos de culpa por ello, aunque no creo que éstos sean elevados, se construye la creencia de que los que deben aportar son los ricos y las grandes empresas, preferentemente las extranjeras, como si éstas no lo estuvieran ya haciendo.

La realidad es otra. Los considerados “Grandes Contribuyentes” por la AFIP (la agencia federal de impuestos), son los que aportan en forma directa e indirecta el mayor porcentual de la recaudación total de los ingresos fiscales argentinos, mientras que, en comparación, en los primeros diez países más desarrollados, esta proporción es notoriamente menor. Esto demuestra que hay una enorme proporción de ciudadanos comunes, pequeños y medianos comerciantes, profesionales, empleados privados y públicos, etc. que no pagan impuestos directos en la Argentina. Desde comprar sin factura hasta evitar siquiera estar registrado en la AFIP, las mañas y trampas del argentino no tienen fin, con el agravamiento de que, a pesar de este comportamiento, igualmente los argentinos siguen convencidos de que no son culpables, en su conjunto, de la extraordinaria evasión impositiva existente.  

No olvidemos que los Estados Unidos son una potencia principalmente porque todos sus habitantes pagan los impuestos. En esa nación usted puede llegar a matar a alguien y ser declarado inocente, pero no se le ocurra dejar de pagar los impuestos, porque no lo salvará ni Dios.

Sería incorrecto si no aclarara, en defensa del evasor argentino, que:

1) Existen muchos impuestos desmedidos, como son el 21% de IVA, los impuestos internos, los altísimos derechos aduaneros, el impuesto al cheque y los enormes cargos que soporta el trabajo, citando sólo algunos de la enmarañada lista de gravámenes distorsivos y abusivos;

2) Se despilfarran tantos miles de millones en subsidios absurdos (el último de ellos, el del fútbol, sería un ejemplo paradigmático) y gastos en estructuras burocráticas inoperantes y;

3) Hay una exposición obscena del insultante nivel de corrupción existente.

 Es entonces que, para muchos contribuyentes en la Argentina, el evadir no es un delito, sino que se trata de un acto de justicia por mano propia.

 

LA REFORMA IMPOSITIVA

“La mayor parte de los impuestos se gastan en las grandes ciudades y en salarios de empleados públicos que residen en ellas, cuyo número se ha multiplicado desorbitadamente. Se han estado aumentando las cargas fiscales a favor de la vida urbana y con detrimento de la vida rural. Los gobiernos no han hecho nada para difundir el hogar rural en propiedad, la pequeña propiedad de la familia productora-consumidora”.  Alejandro E. Bunge (1880-1943) Investigador económico y uno de los máximos precursores del pensamiento nacional. Frase extraída de su libro “Una Nueva Argentina”, Hyspamerica, 1940.

 Un Estado se hace poderoso cuando su población trabaja para ello. Inversiones varias, desde el más chico de los comercios hasta la multinacional más grande, y el pago de impuestos por parte de toda la población, son dos de las claves más importantes que explican el desarrollo socioeconómico de una nación.

Pero sabemos que, a mayor ayuda social mayor carga impositiva; y a cuanta mayor carga impositiva, menores inversiones productivas. Entonces, ¿cómo hacen los países nórdicos, por citar un ejemplo bien conocido, para ser lo que son, cuando tienen una fuerte carga tributaria y un elevado porcentaje del gasto público en relación a sus PBI?

Lo pueden hacer porque, paralelamente, los capitales pueden accionar con gran libertad en el mercado, y los altos impuestos que soportan son más directos porque se aplican mayoritariamente sobre las ganancias, y no sobre la venta y el trabajo. En cambio, en la Argentina, el capital encuentra demasiadas trabas para sus inversiones, y la expansión del gasto público mediante la aplicación de impuestos indirectos que son distorsivos para el buen funcionamiento de los mercados e injustos socialmente, desencadena el estancamiento de la producción y el comercio sumado al descontento social.

El economista Antonio Margariti detectó 83 gravámenes diferentes que se pagan cuando uno cobra por su trabajo, cuando lo consume, cuando lo ahorra y cuando lo mantiene. En total, la estimación de Margariti es que esa carga impositiva equivale al 65,8% del ingreso (2). Esto genera un enorme mercado negro. Las medianas y pequeñas empresas, y los individuos en general, tratan de esconder su real posición fiscal y, por lo tanto, no hacen grandes inversiones para, de este modo, pasar desapercibidos.

 

La Argentina experimenta una sub-economía derivada de la escasa inversión existente, la cual es consecuencia, entre otras cosas, de la falta de confianza; de la falta de incentivos para promoverlas; y de la conjunción del complejo entramado impositivo existente.

Una manera de ir generando esa indispensable confianza sería la de quitarle obstáculos al capital sin resentir por ello al gasto social. No podemos seguir promoviendo una cultura en la que el empresario deba sortear los mil peligros y, por supuesto, evadir lo máximo posible, para poder obtener los mínimos beneficios a los que aspira.

 

Para que comiencen a aparecer las inversiones, retornen los capitales argentinos que se encuentran en el exterior, y los empresarios bajen su nivel de evasión, sería necesaria una reforma impositiva que lleve a simplificar las cargas, reducir los mercados “en negro” y aumentar el nivel del movimiento comercial, haciendo eje en:

1)      Una importante reducción del porcentaje del IVA (éste es un impuesto indirecto que castiga a todos por igual, pobres o ricos).

2)      La eliminación total de los impuestos internos, al cheque y otros gravámenes que se superponen y complican el proceso fiscal; y la eliminación parcial de los impuestos al trabajo. 

3)      La reducción de los porcentajes de retención aduanera de las exportaciones de soja y la eliminación total de todos los otros gravámenes a las exportaciones de productos primarios.

4)      La compensación de la baja de ingreso que generaría, en un primer momento, esta reforma, se lograría con un aumento considerable del impuesto a las ganancias, de naturaleza progresiva. Esto quiere decir que, mientras más dinero o riqueza se genere, más impuesto se pagará. Si no alcanza para cubrir los fondos perdidos, esta política tributaria  se podría complementar con el más eficaz de los impuestos: el pago de una pequeña suma fija aplicada a todas las personas activas (al estilo del monotributo). Adicionalmente, los organismos internacionales ofrecen créditos temporarios para ayudar a sostener este tipo de reformas hasta que los mercados logran reaccionar y adaptarse a las mismas.

5)      Incorporar todos los impuestos nacionales al reparto distributivo con las provincias.

6)      Solucionar los problemas del financiamiento externo, con una política de sinceramiento del INDEC, acordar con el Club de París y con los “holdouts”, con la premisa negociadora de que, a cuanto menor sea el corte del capital adeudado mayor deberá ser el plazo de financiamiento y menor la tasa de aplicación. Recordemos que en la actualidad, el Gobierno sólo puede recurrir al financiamiento interno, siempre y cuando canjee los bonos ajustados por inflación y los reemplace por ajustes fijos o movibles segun las pautas del Banco Central, porque con la adulteración de los índices del INDEC, todo lo ajustable por esas cifras es percibido como una estafa.  

 

Durante estos últimos años, el Gobierno Nacional ha aumentado o intentado aumentar los impuestos  a aquellos que ya los estaban pagando, pero no ha hecho nada para modificar su estructura.

Quiero expresamente aclarar que el porcentual que tienen los ingresos tributarios con relación al PBI es del 30% aproximadamente, y se trata de un porcentaje muy razonable. Por lo tanto, el grave problema tributario del país no se localiza en su carga general con relación a la riqueza producida, sino que se encuentra en la aplicación de impuestos donde no deberían siquiera existir (por ejemplo, sobre el trabajo), sumado a que pocos pagan mucho y muchos no pagan casi nada. Estos pocos que pagan mucho están dejando de invertir en el país y la espiral negativa se acentúa con el paso del tiempo.

 

Es cierto que parecería casi imposible que con el gobierno del matrimonio Kirchner pueda haber cambios estructurales que frenen la curva descendente de la economía pero, en el pasado, los argentinos demostraron que a cuando mayor fue la cantidad de obstáculos para saltar, o la mayor complejidad de los problemas para resolver, florecieron sus mejores capacidades y creatividades que facilitaron el desenvolvimiento de recursos, aunque haya que esperar el recambio presidencial para que se evidencien.

Al fin de cuentas, no hace falta inventar nada nuevo para acabar con la decadencia y la pobreza.
En su campaña electoral, el difunto Alfonsín recitaba el preámbulo de la Constitución como un símbolo de la reconstrucción y el desarrollo de la Argentina. Hoy habría que proponer que se comience a recitar el Artículo Primero de la misma Constitución, pero no como un símbolo, sino para exigir la ejecución de su mandato.

Lo recordamos: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal.”  

 

 

Enrico Udenio

21 de agosto 2009

 

(1)Es una expresión que refiere a algo que por evidente y consabido no es necesario aclararlo. Su nombre proviene de una deformación del nombre Pedrogrullo y no se sabe con certeza si se trató de un personaje inexistente o de una persona real. Se trató de frases convertidas en “verdades” que trascendieron cuando varios afamados poetas españoles las incorporaron a sus escritos.

(2)Roberto Cachanosky. “Los Siervos de la Gleba”, Agosto, 2009.