ESTA NOTA SE ENCUENTRA TAMBIÉN EN EL PERIÓDICO
WWW.LOSANTEOJOSDELTATA.COM.AR
“Affaire (voz francesa): Negocio, asunto o caso ilícito o escandaloso.” Diccionario de la Real Academia Española
El intento de los Kirchner de utilizar las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha reincorporado en la sociedad el tema acerca del grado de independencia o dependencia funcional que debe tener el banco central de una nación respecto del Poder Ejecutivo, un debate que se prolonga desde hace varias décadas. necesitadas de fondos para cubrir las exigencias sociales de la población.El tercer punto afirma que las actuales restricciones que tiene la Carta Orgánica del BCRA fueron producto de las “políticas neoliberales” de los 90, lo cual es francamente ridículo, por no decir tendenciosamente ideológico. Cualquier persona que haya pasado los cincuenta años de edad, y que no sea fanáticamente antiliberal, sabe que esas restricciones implementadas en 1992 fueron una total consecuencia de la necesidad y no tuvieron nada que ver con una convicción ideológica, cualquiera que hubiera sido ésta.
Los que defienden su independencia y autarquía (1), insisten sobre el peligro inflacionario que significaría poner esos fondos en manos de un gobierno necesitado de ellos para cubrir su déficit fiscal.
Los que abogan por poner al BCRA en manos del Ejecutivo son, en general, pro estatistas y promotores del gasto público. Afirman que su autarquía resulta excesiva y que la función principal del banco no debería limitarse a preservar el valor de la moneda sino que, además, debería contribuir a pagar deudas del tesoro nacional, a generar crédito, empleo, obras públicas y varias cosas más. Para justificar esta posición esgrimen tres principales argumentos:
A) Que la mayoría de los bancos centrales de los países desarrollados no tienen el nivel de independencia que ostenta el Banco Central de la República Argentina.
B) Que el uso de las reservas del país debe estar en concordancia con la política económica implementada por el Poder Ejecutivo.
C) Que esta autarquía del BCRA fue un producto neoliberal por el simple hecho de que se instauró en la década del 90, infiriendo de ello que se trataría de un producto generado por el mismísimo demonio.
Analizando estos argumentos, observamos que el primer punto no es adecuado por dos razones: por un lado, los bancos centrales de los países más desarrollados del mundo no se encuentran subordinados al Poder Ejecutivo (2); y por el otro lado, no podemos comparar nuestra cultura económica con las que tienen las naciones desarrolladas. No nos olvidemos que en el último medio siglo y con el BCRA dependiendo del gobierno central hemos aniquilado cuatro signos monetarios (3) por causa de la alta inflación, la hiperinflación, y las mega devaluaciones.
Con respecto al segundo argumento podemos afirmar que se trata de un vacuo discurso político, porque todos los bancos centrales (incluso aquellos que son autárquicos) trabajan en conjunción con las economías de sus países. Ahora bien, si el uso de ese argumento apunta a inferir que el Poder Ejecutivo pueda decidir a su antojo sobre qué hacer con las reservas del país, se trataría entonces de una conclusión falaz, ya que en ninguna nación desarrollada el gobernante de turno puede disponer libremente de esos fondos pues sería muy arriesgado por las consecuencias económicas que esa actitud ocasionaría. Desde ya que este riesgo se potencia enormemente en el caso de naciones en vías de desarrollo o subdesarrolladas, siempre
LA IMPLEMENTACIÓN DE LA AUTARQUÍA DEL BCRA
¿Por qué en 1992 el Congreso sancionó una nueva Carta Orgánica para el BCRA obligándolo a preservar el valor de la moneda?
La historia moderna indicaba que las naciones con bancos centrales independientes (2) presentaban menores índices inflacionarios, un mayor desarrollo económico, y una mejor estabilidad financiera (tasas y rentabilidad de los depósitos). Estos datos demostraban que la independencia del banco central obligaba al Poder Ejecutivo a una mejor eficiencia en su obligación de administrar la economía.
A su vez, y en el caso argentino en especial, había que considerar que después de décadas de fuertes devaluaciones y alta inflación, sumadas a las dos hiper inflaciones que sufrió el país (1989 y 1991), la población ya no quería saber nada con la moneda argentina (el “Austral” en ese momento), de manera que el nuevo ministro de Economía, Domingo Cavallo, tuvo que recurrir a una medida muy potente para convencer a la gente de que el Banco Central iba a dejar de emitir billetes para financiar al tesoro nacional. Esa medida fue la ley de Convertibilidad y la autarquía del BCRA sobre principios económicos monetaristas (4).
La nueva Carta Orgánica del banco lo obligaba a respaldar con dólares toda la masa monetaria existente. Con esta decisión se reconocía oficialmente lo que desde hacía medio siglo venía sucediendo: para la población argentina la verdadera moneda de ahorro era el dólar. Los pesos se utilizaban sólo para las transacciones comerciales habituales.
Durante décadas, los sucesivos gobiernos -tanto los democráticos como las dictaduras-, intentaron sin éxito que la gente confiara en la moneda argentina con un discurso que afirmaba que “esta vez va a ser diferente”. Vano esfuerzo
UN POCO DE HISTORIA
“La estabilidad es la primera cuestión: nosotros conocemos bien la guerra y vemos las dificultades que atraviesan los países que viven en estado de conflicto” Nguyen Minh Triet (1942-) Presidente de Vietnam y Secretario del Partido Comunista Vietnamita.
Un indicador del desarrollo de una nación es la estabilidad y fortaleza de su moneda. Una nación sin una moneda medianamente estable es una nación perdida en sus posibilidades de crecimiento. El cuadro que incorporo en esta nota nos muestra que durante cuarenta y cinco años, desde 1901 hasta el triunfo peronista de 1946, la Argentina devaluó su moneda sólo un 85%. En cambio, durante los siguientes cuarenta y cinco años de vida, desde 1946 hasta 1991, sufrió una devaluación de 246.913.580.246.814%. Todo un record mundial.
Este violento proceso de devaluaciones se inició durante las primeras dos presidencias de Perón (1946-1955), en las cuales la moneda sufrió una depredación nunca vista con anterioridad (5,76% mensual, 678% total). Posteriormente, y según las estadísticas, los períodos que sufrieron mayores devaluaciones se dieron consecutivamente entre 1973 y 1989: los tres años del FREJULI (Cámpora-Juan Perón-Isabel Perón) ya que desde 1973 hasta 1976 la moneda se devaluó un 2.743%; el proceso de la última dictadura militar desde Videla hasta Bignone (1976-1983) con la escalofriante cifra de una devaluación del 79.900%; y por último, el gobierno radical de Alfonsín que desde 1984 hasta 1989, quebró todos los récord con un número de terror: 2.307.592%.
¿Cuáles han sido las razones que a lo largo del tiempo han determinado las recurrentes devaluaciones de la moneda argentina?
Desde hace más de seis décadas, y con excepción de los años 2002 y 2003, los sucesivos gobiernos argentinos han venido gastando mucho más de lo que produce y, como no han podido o no han querido modificar sus estructuras para gastar menos o para producir más, han solventado sus déficit endeudándose y/o emitiendo moneda sin respaldo real, por lo que han necesitado, de tanto en tanto, apropiarse de lo ajeno para volver a equilibrar su economía, aunque sea de manera parcial o transitoria.
Estas apropiaciones se han efectuado mediante la generación de inflación y las consecuentes devaluaciones de la moneda. A través de las mismas, los gobiernos fueron “escapando de los apuros económicos” (ver abajo la sección “Las razones económicas del saqueo”) pero a costa de aumentar la pobreza de su población e implantar en la psicología de la gente en general, y en la del empresariado en particular, una sensación de enorme inseguridad económica y jurídica.
Desde 1946, decenas de ministros de economía intentaron sin éxito todo tipo de maniobras para evitar la continua depredación de la moneda: cambios múltiples, semi-fijos, libres, semi-libres, pesificaciones, prohibiciones, grandes controles, “tablita cambiaria”, desindexaciónes e indexaciones fueron solo algunas formas entre un sin fin de inventos económicos.
Todo esto sucedió hasta 1991, cuando el cordobés Domingo Cavallo fue elegido ministro de economía durante la primera presidencia de Carlos Saúl Menem y terminó con cincuenta años de devaluaciones aplicando un viejo mecanismo: la convertibilidad automática de la moneda. En este caso, en lugar del oro o la plata, como había sido en el pasado, el ancla fue el dólar norteamericano. Pero a su vez, en 1992, el Congreso agregó una novedad importante: la independencia y autarquía del Banco Central. Con ello, el Poder Legislativo trasladó a esta institución la potestad exclusiva de emitir moneda con la principal obligación de sostener con respaldo real la masa monetaria del país. Hasta ese momento, las reservas del Banco Central habían sido usadas a gusto del gobernante de turno.
En una nación que siempre ha gastado más de lo que ha recaudado, esas reservas han sido siempre la tentación para los gobiernos centrales, que las han saqueado continuamente aunque, desde ya, siempre lo han hecho argumentando que era “en beneficio del pueblo y del país”.
Hipocresía política y traición a la patria deberían ser los veredictos populares ante esta actitud, ya que ese constante drenaje de las reservas favoreció las devaluaciones y las inflaciones, los dos mayores flagelos para la población en general, y para los más carenciados en particular.
LAS RAZONES ECONÓMICAS DEL SAQUEO
¿Por qué la Argentina necesita siempre de las devaluaciones para equilibrar su economía?
Para solventar sus gastos, todos los gobiernos, desde el primero de Perón hasta Alfonsín incluyendo a las dictaduras militares, emitieron moneda sin respaldo real. Recordemos que la población sólo podía ahorrar en pesos porque los bancos no aceptaban cuentas o inversiones en moneda extranjera.
Técnicamente hablando, en una nación como la Argentina, cuya economía no inspiraba demasiada confianza, la moneda debía tener un cierto nivel de respaldo real a través de sus reservas de oro y divisas extranjeras. Cuando el circulante de dinero nacional excedía, en mucho, esas reservas, inevitablemente se generaba alta inflación.
Pero cuando la inflación ya se hacía insostenible, el gobierno de turno devaluaba y con ello, necesariamente, obtenía dos resultados económicos:
1) Todos los ahorros en pesos perdían una parte de su valor real. Ejemplo: Una ahorrista con treinta mil pesos invertidos en un plazo fijo o en bonos del Estado, tenía diez mil dólares de acuerdo a un cambio hipotético de tres a uno. Se produce, por ejemplo, una devaluación del 20%, lo que hace que sus treinta mil pesos se conviertan en ocho mil trescientos dólares. Los mil setecientos dólares de pérdida que sufrió la ahorrista fueron a parar al bolsillo del Estado. ¿Por qué? Porque antes de la devaluación, el Estado, a través del Banco Central, debía responder ante los treinta mil pesos con diez mil dólares, en cambio, después de la misma, ocho mil trescientos dólares serán suficientes. El Estado le robó así mil setecientos dólares al tenedor de los pesos.
2) Todos los gastos y salarios públicos sufrían una pérdida real, en moneda fuerte, del 20%. El mismo ejemplo de la ahorrista sirve para este caso. El gobierno pagaba un veinte por ciento menos en dólares por las mismas prestaciones laborales y por toda la deuda pública que tenía asumida en pesos.
Con la devaluación, la masa monetaria existente en el mercado se equilibra un poco con relación a los recursos reales del Estado para sostenerla pero, si no hay modificaciones estructurales que ayuden a corregir los problemas de base y a estabilizar por largo tiempo las reglas del juego de los mercados, en algún momento se reinicia la inflación y el ciclo de expropiación de los bienes de la población a través de la misma inflación y la devaluación monetaria, sin importar todas las “promesas y garantías” que se hayan dado con anterioridad.
Nuestro país siempre ha sido un ejemplo en justificar la utilización de cualquier medio para lograr el fin deseado. Por lo tanto, con gobiernos adictos al robo del ahorro privado, la famosa “fuga de capitales” hacia países cuyos mercados son estables y sus monedas fuertes, ha sido absolutamente inevitable. No existe discurso alguno, ni medidas temporarias atrayentes, que puedan hacer que estos capitales no solo retornen, sino que se evite su fuga.
LAS NECESIDADES ECONÓMICAS DE LOS KIRCHNER
“El asistencialismo no permite salir del círculo vicioso entre la inactividad y la pobreza” Francois Ewald (1946-) Filósofo francés y doctor en letras. Fue asistente de Michel Foucault.
Cuando la población comenzó a sospechar que los datos del INDEC se estaban falseando y que las reservas del BCRA se estaban comprometiendo con deudas para financiar el gasto público del gobierno, la gente nuevamente recurrió a la moneda norteamericana: desde el 2007 hasta fin del 2009, se fugaron del circuito comercial y financiero argentino U$S 45.000 millones. Se trató de una impresionante masa de dinero que fue a parar a los bancos del exterior, a las cajas de seguridad y/o al “colchón” de cada casa. Para evaluar su verdadera dimensión no olvidemos que se trata del doble de la que se produjo durante el año 2001, previo al colapso financiero.
Para los Kirchner, la situación actual es clara: si no tienen la posibilidad de recurrir a la máquina de fabricar billetes, el cada vez mayor gasto público no se podrá solventar por dos razones: a) El mercado ya no permite un mayor aumento de los ingresos por impuestos; y b) El crédito que el mercado internacional de capitales está dispuesto a otorgarle a la Argentina está seriamente dañado por los ‘holdouts’ y por la adulteración de las estadísticas del INDEC.
Y si no pueden sostener ese creciente gasto público, perderán definitivamente el poder político construído sobre la repartición cuasi extorsiva de la “caja” estatal.
Ante esta delicada situación, los Kirchner se abalanzan sobre los fondos del Banco Central mediante un viejo discurso: con las reservas del BCRA se logrará crédito para el desarrollo de las empresas, para compras de vivienda, construcción de hospitales y escuelas, o cualquier otro proyecto similar a los que se prometieron que se realizarían en su momento con los fondos de la Anses, hoy ya extremadamente escasos.
Ahora bien, supongamos que los Kirchner consiguen que el Congreso modifique la Carta Orgánica del BCRA para acceder a esas reservas. ¿Qué podría ocurrir?
Dos cosas:
1) El Banco Central, a través del gasto y el crédito, emitirá pesos que enviará al mercado y que la gente gastará rápidamente para luego preservar sus ahorros en oro, dólares o euros. Por lo tanto, cada peso que emitan sin respaldo real para financiar al tesoro alimentará la inflación y se irá al dólar. Desde ya, los pobres serán los que soporten sobre sus espaldas la menor capacidad de consumo por causa de la inflación, mientras que los más pudientes serán los que se resguardarán en los dólares.
2) En los años anteriores, el BCRA emitió pesos para comprar dólares en el mercado de cambios y luego imprimió bonos (Nobacs, Lebacs, etc) para rescatar esos mismos pesos e inmovilizarlos con el objetivo de que esa emisión de moneda no generara inflación. O sea que los ‘rescata’ mediante emisión de deuda. Muchos de estos títulos se están venciendo por lo que, si en lugar de renovarlos se pagaran, el gobierno estaría enviando al mercado a través del BCRA aproximadamente 55.000 millones de pesos lo cual expandiría en más de un 50% la actual masa monetaria que circula en el país. Sin dudas que sería un panorama de terror ya que la inflación sería incontrolable y estaríamos a las puertas de otra gran devaluación, los dos peores males para el pueblo argentino. Espero que los Kirchner no se tienten con esta posibilidad.
UNA REFLEXIÓN FINAL
“Si uno se equivoca de presidente, se equivoca de presidente. No se puede evitar que un electorado elija a una persona equivocada. Pero recordemos que los poderes de las Cámaras son totalmente independientes, por lo que el Congreso puede perfectamente bloquear a un presidente que no esté haciendo las cosas bien”. Giovanni Sartori (1924-) El más prestigioso investigador político italiano. Autor de numerosos ensayos.
Creo que poner al BCRA bajo el dominio de los Kirchner sería como regalarle una bodega de vinos a un alcohólico. Pero, en el hipotético caso de que esto sucediera, podremos ver cómo, de la misma manera que no alcanzaron los fondos de las AFJP, tampoco serán suficientes las reservas del Banco Central, por lo que lo más probable es que, para cubrir su gasto público, este gobierno también deba confiscar los depósitos bancarios o realizar otras acciones desesperadas y de consecuencias nefastas, como es el caso de la emisión de moneda sin respaldo real.
Es el Congreso quien tiene ahora la responsabilidad de decidir a favor o en contra de una estabilidad económica posible hasta que en el 2011 se produzca el recambio presidencial.
Enrico Udenio
12 de febrero de 2010
(1) Para establecer jurídicamene la independencia de actuación, se les asigna a las instituciones el carácter de «entidad autárquica» con la finalidad de respaldar su autonomía funcional y preservarla de las influencias o interferencias de los políticos. Esta autarquía es estrictamente técnica y conlleva que la institución no se encuentre subordinada al poder del gobernante de turno. En el caso de un Banco Central, éste tiene la capacidad de diseñar una política monetaria y cambiaria autónoma de las necesidades fiscales del Gobierno. De esta manera, podrá establecer, con su propio criterio, el monto de emisión monetaria que se destina a financiar el gasto público haciéndolo depender, entre otras variables, del nivel de reservas que tiene para respaldar la base monetaria del país.
(2) Los bancos centrales de Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, entre varios otros países, tienen autonomía e independencia de los gobiernos centrales. En el caso de Alemania (Bundersbank) y Estados Unidos (Reserva Federal por ejemplo, son modelos de autonomía funcional desde hace varias décadas y no tienen nada que ver con “el modelo neoliberal de los 90”. Entre sus principales funciones figura ser garante de la estabilidad y dinámica del sector bancario y regular la circulación de dinero y del crédito con el objeto de preservar el valor de la moneda.
(3) El Peso Moneda Nacional, los Pesos 18188, el Peso Argentino, y el Austral.
(4) Milton Friedman se hizo famoso por el descubrimiento de la doctrina que llegó a llamarse “monetarista”, doctrina que lo llevó a ganar en 1976 el premio Nobel de Economía, y que tiene dos principios básicos: 1) La oferta de dinero es el único factor sistemático que determina el nivel del gasto y de la actividad económica; 2) Para asegurar la estabilidad de precios el Banco Central debe establecer un índice de crecimiento de la oferta de dinero a una tasa porcentual aproximadamente igual al crecimiento real de la economía.